Es fácil dejarse deleitar por un retrato renacentista o un paisaje impresionista, admirar un altar barroco o reconocer la belleza de las esculturas clásicas. Al entrar en contacto con este tipo de obras, nos asombramos por la aplicación de la técnica, el manejo de luces y sombras, la maestría con que fue detallada la textura de la piel o los pliegues de los ropajes… Sin embargo, cuando nos enfrentamos a una obra conceptual —como una caja de zapatos vacía o un globo desinflado en medio de una sala cuidadosamente iluminada—, los criterios con los que normalmente evaluamos el arte deben redefinirse, y nos preguntamos por qué manifestaciones como las descritas merecen encontrarse exhibidas en un museo. Por todo lo anterior, decidí escribir una guía para que tus futuras incursiones en el arte conceptual resulten menos confusas y más disfrutables.
0. Preliminares
Lo primero que debes saber sobre el arte conceptual para poder apreciarlo es su historia. Escribirla pormenorizadamente rebasa el propósito de este texto, pero resulta importante mencionar uno de sus pasajes más icónicos: en 1917, Marcel Duchamp revolucionó el mundo del arte al enviar un urinal —firmado con el seudónimo R. Mutt y bautizado como Fountain— a la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York. Con esta ocurrencia del artista francés, comenzó un movimiento de rebeldía en contra de los museos tradicionales —más interesados en monetizar el trabajo de los artistas que en cualquier otro aspecto— y nació el ready-made o arte objeto, caracterizado por el uso que el autor hace de un objeto al sacarlo de su contexto original y presentarlo como una obra de arte.
Inspirados por la hazaña de Duchamp, una oleada de artistas comenzó a demandar nuevos espacios para el arte que, según ellos, debía salir de los museos a las calles para hacer partícipes a los espectadores. Más adelante, en los años sesenta, el arte conceptual se convirtió en un instrumento de denuncia en contra del despilfarro, la guerra o la discriminación con el ready-made y otras manifestaciones, como la instalación, el ensamble, el body art, el performance, el happening y el land art,que se distinguen porque lo importante en cada uno de ellos es el concepto que respalda a la obra, y no la obra de arte en sí.
Una búsqueda en internet o, mejor aún, en alguna biblioteca o librería, puede ayudarte a entender mejor la historia y los postulados teóricos del arte conceptual para así enriquecer tu experiencia cuando visites las exposiciones.
1. Busca lugares apropiados
Para comenzar, es necesario encontrar museos o galerías que suelan presentar exposiciones temporales o permanentes de arte conceptual. En la Ciudad de México, mis recomendaciones son el MUAC (Museo Universitario de Arte Contemporáneo), el MAM (Museo de Arte Moderno), el Museo Tamayo, el Museo Jumex, el Museo de Arte Carrillo Gil y el Laboratorio de Arte Alameda. También existen numerosas galerías que promueven el arte emergente, como Art Space México, Proyecto Monclova, Arredondo\Arozarena o Lelaboratoire. Seguramente, al visitar estos lugares, te enterarás de nuevos artistas y espacios.
2. Mantén la mente abierta
Prepárate para ver el arte desde una nueva perspectiva. Considera que en una exposición de arte conceptual no es probable que encuentres esculturas o cuadros bellos, y que podrías toparte con lo inimaginable: desde basura y animales disecados hasta sangre y otros fluidos corporales. En cualquier caso, deja que la obra te sorprenda. Cabe mencionar que está bien si sientes repulsión, miedo, rechazo o cualquier otra emoción desagradable, pues comúnmente este tipo de arte busca sacudirte, sacarte de tu zona de confort e invitarte a reflexionar.
3. Investiga sobre el artista y su trabajo
Lo ideal antes de asistir a una muestra de arte conceptual es investigar sobre el artista en cuestión. Puedes leer su biografía, revisar su trayectoria, buscar reseñas de sus exposiciones anteriores, y aprender algo sobre sus postulados teóricos o los de la corriente a la que pertenece. Todo esto podría ayudarte a entender mejor el discurso del artista para hacer más enriquecedora tu experiencia frente a su obra. Por otro lado, si la muestra te sorprende en alguna sala que no tenías planeado visitar dentro del museo, es recomendable seguir el punto anterior.
4. Conviértete en un espectador dinámico
El arte conceptual no admite espectadores pasivos. Es necesario detenerse frente a la obra, observarla cuidadosamente e interactuar con ella, si es posible. También resulta importante leer el material que la curaduría ofrece para acotar tu labor interpretativa y dar con la intención detrás de la pieza: ¿qué quiso expresar el artista?, ¿cuáles fueron sus motivaciones? Trata de involucrarte y de vivir una experiencia estética con todos los sentidos, especialmente con el intelecto.
5. Dialoga con la obra
Lo más importante reside en aceptar y recibir la obra tal cual es. No vale la pena perder tiempo discutiendo si ésta puede considerarse arte o no, ya se tendrá la oportunidad de hacerlo al salir del museo. Cuando estés ante la obra, el primer paso para facilitar el encuentro consiste en analizarla objetivamente: fíjate en los materiales utilizados, los colores, los sonidos, las dimensiones… Después, apréciala subjetivamente, pregúntate qué te hace sentir o qué clase de sensaciones evoca en ti. De esta forma, podrás entrar en contacto con la obra, dejar que te interpele y provoque algo en tu interior; al abrirte a ella y permitir que te hable, estarás estableciendo un triple diálogo: con el artista, con la obra en sí misma y contigo mismo, pues en el acto interpretativo uno siempre se redescubre. La reacción que te produzca —ya sea rechazo, disrupción o identificación—, así como la forma en que te haga reflexionar y actuar después del encuentro, permitirán que la obra se complete y perviva.
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Te invito a atreverte a seguir esta guía y a darle una oportunidad al arte conceptual. No te preocupes si al final de la exposición tienes la sensación de no haberla entendido: el arte no existe para ser entendido o sólo para deleitarnos sino, más bien, para salpicarnos de la fuente de inspiración artística que forma parte de nuestra esencia como seres creativos y sensibles.