
Recientemente leí dos novelas de la autora francesa Delphine de Vigan: Nada se opone a la noche (2011) y Basada en hechos reales (2015). La primera es una crónica familiar que la autora decidió escribir tras encontrar a su madre muerta en circunstancias misteriosas. Reunió fotografías viejas, cartas, diarios, realizó entrevistas y desenterró secretos familiares para intentar comprender la vida que llevó Lucille, su madre. De Vigan no imaginó las repercusiones que este libro tendría para su vida profesional y privada, pues aunque ya contaba con varias novelas publicadas, Nada se opone a la noche la encumbró como una de las voces francesas contemporáneas más relevantes del ambiente literario. En el aspecto personal, los conflictos familiares revelados en el libro y los secretos expuestos ante los ojos de las masas hicieron que parte de su familia le diera la espalda. La fama por un lado y el rechazo emocional por el otro impactaron significativamente en la salud mental de la autora.
En 2015, Delphine de Vigan publicó su libro Basada en hechos reales, en el que una autora de nombre Delphine se enfrenta al bloqueo de escritora tras el éxito arrollador de su última novela publicada. Cada vez que se sienta frente a la página en blanco, la embarga el pánico y siente malestar físico porque se cree incapaz de escribir. Es entonces cuando conoce a L., con quien traba una amistad que se desarrolla a una velocidad vertiginosa que toma un rumbo siniestro.

Cuando comencé a leer Basada en hechos reales, me sorprendió encontrar tantas referencias a la vida de la autora. El personaje de Delphine hace comentarios sobre sus libros publicados y todos tienen temáticas y tramas similares a los publicados por de Vigan en la vida real. Tras una breve investigación, descubrí que dicha novela estaba catalogada como “autoficción”.
En dicha obra, la realidad coexiste con la ficción: Delphine de Vigan nos presenta a una protagonista en una situación que funciona de modo paralelo a su vida al momento de escribirla. La autora utilizó la autoficción para reflexionar sobre sus obras y el profundo impacto que han tenido en ella, a la vez que construyó una narrativa llena de tensión alrededor del estado mental de la protagonista.
El término de autoficción fue acuñado por el escritor francés Serge Doubrovsky en 1977, cuando lo empleó para explicar lo que los lectores encontrarían en su novela Fils (Hijos), en la que el autor se insertaba a sí mismo en una historia cuyos hechos podían basarse en la realidad o ser totalmente ficticios. Suele haber confusión al emplear el término, pues ha llegado a usarse erróneamente en obras que son basadas o inspiradas en hechos reales, pero en las que el autor no figura como personaje. Así, una novela basada en hechos reales no necesariamente es autoficción; para que lo sea, el autor o autora debe aparecer en dicha novela y participar en los eventos.
Delphine de Vigan no es la única escritora contemporánea que emplea este recurso literario. La ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2022, Annie Ernaux, lo utiliza en una gran cantidad de sus obras; por mencionar algunas: El acontecimiento, El lugar, Una mujer y La vergüenza. Ernaux fue pionera en la popularización de este estilo de escritura a través del cual decidió plasmar de manera íntima sus vivencias y combinarlas con ficción para reflexionar y alzar la voz en temas de carácter social y familiar.

Otros autores que han incursionado en la autoficción son el peruano Mario Vargas Llosa, con su obra La tía Julia y el escribidor (1977), en la que relata la relación amorosa de un joven Varguitas con una mujer mayor y amiga de su familia. Por su parte, la poeta y novelista colombiana Piedad Bonnett, en su obra Lo que no tiene nombre (2013), reconstruye los acontecimientos previos al suicidio de su hijo Daniel y también aborda el impacto que dicha tragedia tuvo tanto en ella como en su familia.
La autora chilena Nona Fernández, en su obra La dimensión desconocida (2016), encontró en la autoficción un modo de reflexionar y mantener vivos los recuerdos propios y ajenos; en esta historia, un agente torturador de la policía secreta relata acontecimientos ocurridos durante la dictadura de Pinochet a una periodista que se encarga de registrar dichos eventos.
El autor español Luisgé Martínez relata en su obra El amor del revés (2017) el terror e incertidumbre que experimentó en Madrid en los años sesenta al descubrir y reconocer su homosexualidad. A esta obra de autoficción se le cataloga como un certero retrato sociológico de ese periodo.
Aunque se realizó mucho antes de que se acuñara el término de autoficción, sin duda uno de sus máximos exponentes es La divina comedia (1321) del poeta italiano Dante Alighieri, en la que relata su descenso ficticio al Infierno guiado por Virgilio, su posterior ascenso al Purgatorio en búsqueda de su amada Beatriz y, finalmente, su llegada al Cielo.
