En su libro La amplitud potencial de la naturaleza humana, Abraham Maslow, psicólogo mundialmente conocido por su pirámide de las necesidades humanas, distingue dos tipos de creatividad: la creatividad primaria y la secundaria. La primera se enfoca en la fase de inspiración, mientras que la segunda se refiere al producto terminado.
El autor, además, sugiere que esta habilidad innata tiene una utilidad social y representa algo nuevo o nunca antes pensado. En una relación entre lo que llama experiencias cumbre y su concepto de creatividad, Maslow establece algunas situaciones que suceden en el momento creativo:
a. Renuncia al pasado
b. Renuncia al futuro
c. Inocencia
d. Pérdida del ego
e. Fuerza inhibidora de la conciencia
f. Desaparición de temores
g. Disminución de las defensas e inhibiciones
h. Percepción estética
i. Espontaneidad absoluta
j. La fusión de la persona con el mundo, entre otras.
Sin embargo, este especialista no ha sido el único en trazar una tipología sobre la creatividad. Por ejemplo, Jeff DeGraff —conferencista y profesor de la Universidad de Michigan— afirmó que todas las personas tenemos capacidad creativa, pues no hay persona en el mundo incapaz de imaginar y crear.
Este catedrático acuñó una frase fantástica: “Puede que no seas un Shakespeare, un Rembrandt o un Leonardo, pero siempre puedes trabajar para aumentar tu propia capacidad creativa; sólo tienes que seguir intentado cosas nuevas”. Así, propone una sencilla clasificación de los distintos tipos de creatividad, con la finalidad de que nos reconozcamos en al menos uno de ellos.
Creatividad mimética
Mimesis es un concepto heredado de la antigua Grecia, que se traduce como “imitar”. Este tipo de creatividad consiste en imitar ideas de un área y aplicarlas en otras. DeGraff comenta que es la forma más rudimentaria de creatividad, pues es a través de la imitación que se consigue solucionar algunos problemas.
Para ampliar la creatividad mimética es bueno viajar a nuevos lugares y conocer gente nueva. También es importante buscar patrones y puntos de referencia, así como indicadores de éxito o fracaso, para tener criterios sobre lo que funciona y lo que no.
Creatividad bisociativa
El término bisociativo fue acuñado por el novelista Arthur Koestler en su libro El acto de la creación para describir cómo nuestra mente consciente, cuando está relajada, puede conectar los pensamientos racionales con los intuitivos para producir “momentos eureka”, que conocemos como iluminación.
Esta clase de creatividad tiene lugar cuando una idea familiar se conecta con una idea desconocida para producir un híbrido innovador. Un ejemplo de ello es la cinta Shrek, que conecta la conocida estructura de un cuento de hadas tradicional con la idea de un ogro protagonista, lo cual resulta novedoso. Este tipo de creatividad está basado en la dinámica de las tres F:
Fluidez. Es mucho más productivo tener muchas ideas sin pulir que pocas ideas pulidas; a mayor diversidad de ideas, mayor es el rango de posibles soluciones.
Flexibilidad. A menudo poseemos la idea que pensamos como “correcta”, pero la hemos colocado en el lugar “equivocado”; así, tenemos que moverla de ahí hasta encontrar dónde ajusta mejor para cumplir con nuestros desafíos.
Flujo. No somos creativos bajo presión. Tenemos que estar tanto estimulados como relajados para extraer la energía necesaria en el acto creativo. Las ideas se vuelcan sin problemas cuando comenzamos a disfrutar el proceso.
Creatividad analógica
La creatividad analógica, como su nombre lo indica, se vale de analogías para transferir información que creemos entender, de un área específica a otra. En esencia, las analogías son comparaciones, puentes que permiten que nuestros procesos cognitivos transporten rápidamente grupos de información de lo desconocido a lo conocido, y viceversa.
Las analogías también se pueden utilizar para interrumpir el pensamiento basado en hábitos y dar paso a nuevas ideas. Puedes desarrollar tu creatividad analógica a través de la construcción de metáforas, o bien, imaginando lo que alguien podría decir o hacer si se enfrentara a un desafío en particular.
Creatividad narrativa
En esencia, este tipo de creatividad se refiere al arte de contar historias. Hoy en día, áreas como la publicidad se han visto beneficiadas por narrativas cargadas de emoción. Entretejer personajes, acciones, la descripción de éstos, el lugar, el diálogo y el tiempo son sólo algunos aspectos básicos para lograr una buena narración. Al inventar y reinventar la historia de nuestra vida, las historias personales son quizás el uso final de esta clase de creatividad.
La creatividad narrativa o narratológica se trabaja realizando storyboards, una técnica que data de 1928 y funciona muy bien para equipos de trabajo. Consiste en dibujar una secuencia de ilustraciones y colocarlas sobre una pizarra con el objetivo de establecer una historia o planificar una estructura. Si lo tuyo no es el dibujo, puedes iniciar escribiendo tus vivencias en un diario.
Creatividad intuitiva
La intuición no tiene sólo un sentido, pues se trata tanto de recibir como de generar ideas. Para ello es necesario saber liberar y vaciar la mente, y algo que nos puede ayudar a hacerlo es practicar la meditación, el yoga, la escritura libre o el mindfullness, por nombrar sólo algunos ejemplos.
La idea básica es relajar la mente para crear un estado de flujo de conciencia donde las ideas surjan fácilmente, sin ayuda de componentes externos. Quizás este tipo de creatividad sea el más complejo de lograr pero, como con cualquier habilidad aprendida, la práctica hace al maestro. Lo más importante es tener claro que no todas las personas pensamos igual, así que es muy probable que tampoco planteemos y resolvamos los problemas de igual modo.
Y ahora que los conoces, ¿con qué tipo de creatividad te identificaste más?