La ideología de género explicada en diez puntos

La ideología de género explicada en diez puntos
Nancy Gutiérrez Olivares

Nancy Gutiérrez Olivares

Inspiración

La vida no es una lucha maniquea entre Venus y Marte…
La lucha es para ganar la igualdad con los hombres, no contra ellos.

Christina Hoff Sommers

Hace ya varios años que somos testigos, sobre todo a través de los medios y las redes sociales, de un debate acerca de un concepto que hemos escuchado mucho, pero que quizá no se ha explicado lo suficiente: la ideología de género.

A la par de personas, grupos e instituciones que la promueven o apoyan, otros tantos se han unido para combatirla o “defenderse” de los riesgos que supuestamente implica. Por ello, se comparten videos en los que se pretende explicar esta ideología, o bien, echarla por tierra con argumentos y encabezados tentadores: “La ideología de género destruida en cinco minutos”, “Cómo acabar con la ideología de género”, “Dictadura de género disfrazada de igualdad”. Y entonces, surge la gran pregunta: ¿qué es la ideología de género?

Para empezar a entender este discurso, basta con echar una mirada a lo que ha desatado: una diversidad de movimientos ciudadanos, institucionales y políticos que buscan “romper el paradigma” de los roles y la identidad sexual, así como de grupos sociales y religiosos que se abanderan con la defensa de la “composición natural” de la familia y con el rechazo a la implementación de contenidos “que desestabilizan el núcleo familiar” en textos escolares. “Con mis hijos no te metas”, es el lema de uno de ellos.

Muchos consideran que las creadoras de la ideología de género son la filósofa Christina Hoff Sommers y la teórica en temas de género Judith Butle, quienes han propuesto algunos de los más desafiantes postulados feministas del siglo en el que vivimos. Pero, ¿qué es lo que aterra de esta ideología? ¿De verdad es peligroso este nuevo enfoque de género? ¿Exactamente en qué consiste? Aquí diez puntos que te pueden ayudar a comprenderlo mejor:

  1. El género es una construcción cultural y no el resultado del sexo biológico con el que nace el individuo, por lo que además se convierte en un elemento dinámico de las personas.
  2. Todas y todos podemos tener comportamientos masculinos y femeninos, sin importar si somos hombres o mujeres, ya que nuestra genitalidad no nos define por sí misma. La sexualidad es producto de la cultura y sociedad en la que estamos inmersos.
  3. Las relaciones hombre-mujer están fundadas en la sociedad patriarcal que mantiene como principal figura de poder al hombre. Una relación distinta a la heterosexual representa una amenaza para esta estructura.
  4. No existen el hombre y la mujer por naturaleza, ni en lo fisiológico, ni en lo conductual, ni en lo psicológico.
  5. Los roles de la mujer y del hombre son construcciones sociales sujetas a cambios.
  6. La búsqueda no es de mejores condiciones para las mujeres, ni de igualdad ante los hombres, sino del completo desdibujamiento de la distinción entre “lo femenino” y “lo masculino”.
  7. Se concibe un nuevo modelo educativo en el que a los niños y niñas no se les asignen tareas “sexo-específicas”, fomentando así una mayor libertad para elegir su propio género, masculino o femenino —o bien, ninguno.
  8. Se concibe una neutralidad moral en la que no se juzga la diferencia entre los individuos, pues lo permitido y lo prohibido en la vivencia de la sexualidad queda anulado.
  9. La dualidad de los sexos hombre-mujer es algo posible de disolver. Sólo así puede engendrarse una igualdad sustancial entre la humanidad.
  10. No se puede saturar la vida con identidad, debemos dar paso a la ambigüedad y es necesario asumirla como aquello que da sentido a la vida compleja —la real, no la dual. Estacionarse en lo “tradicional” como fórmula probada milenariamente para el establecimiento de una norma identitaria puede llegar a oprimir la identidad misma.

Si bien la propuesta puede resultar absurda, provocadora, sacrílega o, al menos, sumamente incómoda para muchos, no enuncia algo que no se haya dicho antes. Es por ello que mirar esta construcción teórica como un enemigo a vencer sería un retroceso para la sociedad; en lugar de esto, existen los caminos del conocimiento —porque es un hecho que muchos de quienes critican la ideología jamás se han tomado la molestia de conocerla—, de la tolerancia y del respeto a las diferencias, que son algo que la humanidad necesita con urgencia en este momento.

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