La sabiduría de los Corleone

La sabiduría de los Corleone
Igor Übelgott

Igor Übelgott

Inspiración

En el año de 1972, el director italoamericano Francis Ford Coppola estrenó una cinta que, en opinión casi unánime de expertos y cinéfilos, se encuentra entre las mejores de toda la historia del cine: The Godfather, que en español conocemos como El padrino. La película y sus dos secuelas cuentan la historia de los jefes de la familia Corleone —empezando con el patriarca don Vito (Marlon Brando / Robert de Niro) y siguiendo con su hijo Michael (Al Pacino)— en su paso por el mundo criminal desde la época de los gángsters hasta el atardecer del siglo XX.
En un entorno marcado por negocios turbios, violencia, sangre y traición, el clan Corleone establece un código de honor y sabiduría que enseña cómo tratar tanto a la gente poderosa como a quienes se encuentran bajo nosotros en una escala jerárquica, y a hacer frente a las encrucijadas de la vida al tiempo que te abres paso en los intrincados caminos del poder. Y no es que vayas a chantajear a alguien por ese “secretito” que le sabes o amenazar con un balazo en la sien a ese cliente que después de un año sigue sin pagarte —aunque a veces den ganas—, pero quizá muchos de estos sabios consejos apliquen a tu vida diaria… aunque trabajes tras un escritorio y no con una ametralladora bajo el brazo.

  • No dejes que los demás sepan lo que estás pensando. Negociar es como jugar póker: si sonríes, el otro sabrá que tienes una buena mano o que su primera oferta fue alta… y no ofrecerá más. Mantén tus pensamientos en el anonimato, escucha con atención y toma tiempo para dar tu respuesta.
  • Muestra respeto antes de pedir un favor. En otras palabras, nunca sabes de quién puedes necesitar algo algún día, así que procura estar bien con todo el mundo y no seas un convenenciero que sólo hace buen gesto si necesita algo.
Salvatore Corsitto y Marlon Brando en una escena de "El Padrino" (1972, Paramount Pictures)
Salvatore Corsitto y Marlon Brando en una escena de “El Padrino” (1972, Paramount Pictures)
  • Nunca le des la razón a nadie que no sea de tu familia. O de tu empresa, simplemente por lealtad e imagen de unidad; tampoco corrijas a un compañero que se equivoca: en ambos casos, espera a que se encuentren solos para decir tu opinión.
  • Haz ofertas que no se puedan rechazar. Esto es, que las consecuencias de no aceptar tu oferta sean catastróficas para quien la rechaza; para lograrlo, no hay que darle a elegir entre firmar o recibir un balazo —un buen ejemplo de “consecuencia catastrófica”—, sino presentarla de modo que las ventajas y beneficios superen, por mucho, a las posibles pérdidas o al riesgo.
  • No es nada personal, sólo negocios. Lo mejor es no hacer negocios con tus amigos y no creer que quienes hacen negocios contigo son tus amigos. No conviertas un negocio fallido en una afrenta personal, ni viceversa.
  • Nunca odies a tu enemigo; eso nubla tu juicio. Si te enfrentas a un enemigo o competidor, no permitas que tus emociones —ira, enojo, deseo irracional de vencerlo, venganza, rencor— bloqueen a tu intelecto.
Al Pacino en una escena de "El Padrino" (1972, Paramount Pictures)
Al Pacino en una escena de “El Padrino” (1972, Paramount Pictures)
  • Parménides de EleaNo hagas demasiados enemigos. Si empieza a irte bien, es tentador aplastar a todos tus competidores, pero al hacerlo los convertirás en tus enemigos; en su lugar, aprovecha tu posición para hacer negocios ventajosos con ellos: así todos te deberán algo en lugar de buscar el modo de unirse para aplastarte.
  • Detén las cosas en cuanto inicien. La desidia y la benevolencia permiten que la mala hierba prolifere con rapidez. Evítalo cortando de tajo el chisme, la disputa, el malentendido o la rebelión en cuanto broten.
  • No seas descuidado. Revisa detalladamente tu plan una y otra vez, platícalo con los involucrados y cerciórate de que todos lo entiendan. No te des el lujo de ser descuidado en cuestiones de vital importancia.
  • Aprende a pensar igual que los que te rodean. No es que deba gustarte el futbol como a todo el mundo, sino que debes aprender a percibir el mundo y actuar en consecuencia tal y como lo harían quienes están junto a ti.
  • Las malas noticias hay que saberlas de inmediato. A veces, uno le teme tanto a que algo salga mal que hasta contesta el teléfono con miedo. No caigas en ese error: confía en tu capacidad de resolver los problemas y piensa que entre más pronto conozcas una mala noticia, mejor podrás responder a ella.
  • Pasa tiempo con tu familia. La razón por la que trabajas y haces negocios no es el auto nuevo o la casa de dos pisos: es la gente que viaja y vive en ellos. No estés “muy ocupado” y destina tiempo específico para estar con tu familia.
  • Mantén a tus amigos cerca; y a tus enemigos, más cerca aún. En el mundo de los negocios, esta aparente paradoja aplica para quien entiende aquello de “nada personal, sólo negocios”. Para tener éxito, hay que aprender a trabajar tanto con quienes “nos caen bien”, porque son agradables o leales, como con quienes francamente nos desagradan o con quienes sabemos que no están de nuestro lado, siempre que nos convenga tenerlos vigilados, aprender de ellos o conocerlos lo suficiente como para que, cuando sea necesario, podamos usar estos conocimientos de modo decisivo y en favor nuestro.
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