La vida es un sueño guiado por el cerebro

La vida es un sueño guiado por el cerebro
Franz De Paula

Franz De Paula

Creatividad

Todo lo que vemos, o creemos ver, es tan sólo un sueño dentro de un sueño.
Edgar Allan Poe

Mira a tu alrededor. ¿Qué te hace pensar que no estás soñando? ¿Todo se siente demasiado real? También en tus sueños todo se siente demasiado real, hasta que despiertas. Si acariciaras la piel del tigre que te persigue en tu pesadilla, se sentiría como la piel de un tigre real. Tu cerebro compone el escenario, tu mente dirige la escena, la engalana con texturas, olores y sensaciones que sólo existen en tu cabeza. Nada es real. Una rebanada de nuestro tiempo la vivimos en ese mundo “paralelo” del sueño, y la curiosidad nos apremia a averiguar de qué se trata. Ese misterio revela un fenómeno natural cautivador y fascinante que tú mismo podrías controlar.

Soñar nos atrapa, envuelve a la mente y al cuerpo. Al dormir, la actividad eléctrica de nuestro cerebro presenta una serie de cambios y, en el sueño, el sistema nervioso responde de modo diferente: perdemos acción muscular, la respiración y el ritmo cardiaco se modifican. La mayoría de los sueños que recordamos suceden en intervalos de alrededor de hora y media, que son cruciales para la salud mental y se caracterizan por un movimiento ocular rápido —REM, por sus siglas en inglés: Rapid Eye Movement. Por otro lado, si mientras duermes te das cuenta de que estás soñando, felicidades: te encuentras en un sueño lúcido. Puede despertarte la emoción por dicho descubrimiento o puedes aprender a controlar su contenido a tu antojo.

El término “sueño lúcido” fue acuñado por el psiquiatra holandés Frederik van Eeden en 1913. Aunque la exploración del tema es ancestral, es en las últimas cinco décadas de investigación —en las que destaca el trabajo de Nathaniel Kleitman, Eugene Aserinsky y Stephen Laberge— que los científicos han analizado información sobre las ondas cerebrales, el flujo sanguíneo y los movimientos oculares para evaluar los diferentes niveles de conciencia durante los sueños.

Pero lúcido no es lo mismo que vívido. La lucidez significa ser capaz de dirigir tu atención e intentar actos de libre albedrío en medio de un sueño imperturbable, profundo y renovador. Cuando duermes, te sumerges en la espesura de tus sueños, navegas en las profundas corrientes que circulan bajo tu conciencia y luego emerges en otras realidades mentales paralelas, enigmáticas, privadas. Tu cuerpo está aquí, acostado, pero estás en otro lado. Por mala fortuna, el durmiente no puede informar sobre su condición y, en la mayoría de los casos, al despertar no recuerda gran cosa; una sospechosa abducción natural. Para experimentar cómo es y qué se siente estar ahí, hay que tomar un atajo en el margen que divide ambos planos. La percepción se detona por un elemento clave y abre un hueco de lucidez en la fibra del sueño: te vuelves consciente de estar soñando. Y, como sabes que es sólo un sueño, puedes cruzar un espejo y cambiar de escenario o jugar con el color del cielo y volverlo tornasol; puedes viajar al futuro, conocer a tu héroe o —la opción favorita— volar. Mientras más consciente eres del entorno del sueño, más fácil te es controlarlo. Te conviertes en explorador de tu propio universo, de tu mundo virtual personal.

Para mucha gente, soñar es algo totalmente ajeno a la vida “normal”. Lo asocian con ilusión, ensoñación o fantasía. No obstante, una vez cada veinticuatro horas todos abandonamos esta realidad y nos desvanecemos en una inconsciencia periódica. Nos escapamos del mundo. Soñar nos permite enloquecer discretamente cada noche y protagonizar nuestras propias películas o temporadas enteras de nuestro reality show exclusivo, donde jamás nos percatamos de que nada es real. Cuando la mente toca la almohada, pierde el timón y surcamos un revoltijo aparente de laberintos, delirios y memorias; rodamos a la deriva entre tramas sin sentido, donde lo absurdo jamás es cuestionado. De la misma forma vivimos nuestra vida y le llamamos destino. La diferencia es que en los sueños se apaga el modo autocrítico, ése que se activaría en tu cabeza si en la realidad vieras un elefante púrpura efervescente esperando, junto a ti, que el semáforo cambie a verde. No hay reglas en el mundo de la incoherencia simulada, de lo irónico y lo onírico. Puedes huir de un zapato que se convierte en una araña gigante, para luego despertar con alivio o decepción: sólo era un sueño.

"No hay reglas en el mundo de la incoherencia simulada..."

Todos podemos recordar una buena porción de un sueño si despertamos inmediatamente después de terminarlo. Por eso, es recomendable tomar un cuaderno, colocarlo al lado de la cama y convertirlo en undiario de sueñosen el que registres todo lo que recuerdes al despertar. Conviene, también, hacer varias verificaciones de la realidad al día: cerrar y abrir los ojos un par de veces y leer de nuevo el mismo letrero; concentrarse en los sentidos: lo que se escucha, observa, huele y siente; mirarse las palmas de las manos y preguntarse: ¿estoy soñando? A la larga, el mismo hábito se filtrará a los sueños. Si adquieres experiencia con ciertas técnicas y afinas tu habilidad con disciplina, puedes hacer de tus sueños un laboratorio de experimentación para ensayar un discurso frente a multitudes y así disminuir tu pánico escénico; practicar y mejorar tu rutina artística o deportiva; leer el libro que vas a escribir; viajar a planetas lejanos; concebir ideas y traerlas al mundo real; resolver problemas y enriquecer tu creatividad; enfrentar miedos, ansiedades, inhibiciones o asuntos pendientes. Todo esto crea una sensación personal de empoderamiento y liberación. Un sueño que se expande en otro sueño y en la vida real.

El tema de la lucidez va más allá de la recreación o la tecnología diseñada para detonarla; nos insta a cuestionarnos sobre la naturaleza de la conciencia, de nuestro poder para tomar decisiones, sobre nuestra capacidad de autocrítica y nuestra imaginación. Todos son distintivos de nuestra especie que nos exhortan a explorar una capa más de la realidad.Tenemos un universo de posibilidades, más allá de las que imaginamos. En los sueños todo se puede transformar, se puede hacer lo imposible. También en la realidad. Todo lo inventamos nosotros mismos: lo que nos gusta, lo que no, lo que somos, lo que vivimos, lo que soñamos. Incluso la forma como vemos al mundo. Tanto, que acabamos creyendo que así es. Pero podemos inventar lo que sea. Para eso son los sueños, el arte y la ciencia: para reinventar al mundo y a nosotros mismos. Somos relojes que se ablandan. Prestar atención a lo que nos enseñan los sueños puede ser una salida para liberarnos del mundano ritual invidente que vivimos a diario; recuperaríamos esa totalidad que tanto extrañamos y que nunca hemos sabido acoger. Vivimos en la médula de varias capas de conciencia y quizá los sueños son su particular forma de conversar entre sí. Espejos internos, reflejándonos desde dentro. Todos esos ecos interiores pueden cantar en armonía, lo cual nos ayudaría a cambiar nuestra percepción, a entendernos mejor.

La vida es un sueño guiado por el cerebro. Por esoesta noche, antes de dormir, recréate en la idea de percatarte de los episodios que tienes por delante. Te des cuentas o no, sucederán de todas formas ahí dentro, en ese pequeño pero enorme lugar: tu mente misteriosa, extraña y sueltacomo bestia desbocada en su jungla neuronal, infinita. Pero no olvides que todo podría no ser real. Cierra los ojos, voltea a tu alrededor y vuelve a leer esta línea. Esto podría ser un sueño, tuyo o mío…

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