La “zona de confort” creativa —y cómo salir de ella—

La 'zona de confort' creativa —y cómo salir de ella—
Francisco Masse

Francisco Masse

Después de millones de años de evolución y de adaptación al medio, y tras varios siglos de civilización, queda claro que a la raza humana le gusta la comodidad: edificamos guaridas cada vez más sofisticadas, inventamos objetos complejos que simplifican muchas de nuestras tareas y buscamos siempre la mejor manera de hacer más con menos esfuerzo.

Además, dicen los adeptos al psicoanálisis que con frecuencia tenemos una tendencia o compulsión a la repetición, especialmente cuando algo nos funciona bien o nos libra de un sacrificio mayor. La combinación de ambos factores resulta en algo comúnmente llamado “zona de confort” que, como su nombre lo indica, es muy confortable pero implica ciertos riesgos.

Acostumbrados como estamos a la holgura y la relativa placidez de la vida posmoderna, a veces olvidamos que el mundo es un escenario en constante transformación, a veces lenta y pacífica, otras veces súbita y violenta. Como consecuencia, pensar que lo que hicimos bien ayer será suficiente para volver a tener el mismo éxito mañana es casi una falacia, pues las circunstancias y los actores serán distintos en cada momento y situación.

Esto resulta más notorio cuando se habla de profesiones y actividades que implican la intervención del acto creativo: músicos y cantantes que componen e interpretan una y otra vez la misma fórmula probada, escritores que repiten las mismas palabras y metáforas que les granjearon elogios, y numerosos profesionistas que hacen frente al “reto de la hoja en blanco” sin intentar ni un atisbo de cambio, de evolución, de perfeccionamiento en su labor.

Si te ha pasado eso o sientes que estás estancado en cualquiera de tus procesos creativos, te comparto tres consejos —que pueden sonar radicales, pero justo de eso se trata— para salir de esa cómoda aunque estéril “zona de confort”.

Ponte en tela de juicio

Después de casi tres décadas de trabajar con profesionales creativos, me siento con argumentos para decir que el ego desmedido, la soberbia, la vanidad y el narcisismo son enemigos mortales de la creatividad y, tristemente, todos son males muy comunes en el gremio.

No está mal sentir satisfacción por tu trabajo o reconocer tu propio talento. Pero cuando tu nombre, tu firma, tu estilo, tu fama, tus Likes, la admiración de tus fans o cualquier otra manifestación de tu ego empiezan a pesar, a importar o a figurar más que aquello que deseas transmitir con tu obra, y piensas “Qué bien lo estoy haciendo”, es momento de romper el espejo y ponerte en tela de juicio.

Ponerse en tela de juicio

El problema con el narcisismo creativo es que conduce, primero, a la repetición y después a la esterilidad, pues la persona que se complace en exceso viendo su propio reflejo difícilmente intentará algo novedoso. Así pues, no te la creas y mira todo lo que haces con un ojo agudo y crítico —eso sí, sin convertirte en tu propio verdugo—, pregúntate qué podrías mejorar o hacer distinto, y procura introducir una innovación cada vez que lo hagas.

Intenta algo totalmente nuevo

No estoy ampliando la idea anterior ni me refiero a que intentes escribir de manera diferente o de temas que no son los tuyos, o que busques realizar tímidas variaciones a tu manera habitual de crear —eso corresponde al consejo anterior. Más bien hablo de romper por completo con tus hábitos e imponerte el reto de aprender a realizar una actividad totalmente nueva.

En otras palabras: si crees que eres muy bueno escribiendo, intenta pintar o aprender un idioma que no conozcas; si te gusta cómo dibujas, aprende a tocar un instrumento musical; si, como yo, eres de los que “tiene dos pies izquierdos” y siempre se queda sentado en las bodas, toma clases de tango, salsa o cualquier otro estilo de baile complicado.

Intentar la novedad

Seguramente no te convertirás en pintor, en hablante fluido o en bailarín en poco tiempo, pero eso es lo de menos. Lo importante es que sacudirás tus neuronas y las obligarás a intentar nuevas conexiones y asociaciones, verás la realidad desde un enfoque que no conoces y esto será un alimento para tu creatividad.

Interactúa con gente nueva

La chispa creativa es, un poco, como una semilla: si se queda almacenada o estancada, sin interacción con un medio fértil, nunca dará frutos.

En su libro Where Good Ideas Come From, Steven Johnson cuenta que los químicos que descubrieron la forma helicoidal del DNA estaban atorados en sus investigaciones cuando decidieron tomar un break en la cafetería de su universidad; como estaba llena, compartieron mesa con dos ingenieros en aeronáutica que trabajaban en un diseño de hélice. El resto es historia.

Interacción

En química, se les llama “inertes” —que es algo así como “muertos”— al neón, al argón y a otros gases incapaces de reaccionar y enlazarse con otros elementos; de igual forma, quien está totalmente encerrado y satisfecho en sí mismo es incapaz de crear. De la interacción con gente de naturaleza diversa, con entornos dispares y a veces difíciles, y con concepciones del mundo que jamás habíamos escuchado, es que surgen grandes ideas.

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