Seguramente muchos hemos escuchado hablar del realismo mágico como un movimiento literario, aunque también pictórico, que se caracteriza por la inclusión de elementos fantásticos en la narración, con lo que se pretende profundizar en la realidad a través de lo mágico que hay en ella.
Exponentes hay muchos y renombrados, pero a menudo solemos recordar más a los escritores latinoamericanos que a muchos nacidos en otras regiones. Con este texto quisiera invitarte a leer mis obras preferidas de este género, algunas de las cuales quizá no imaginabas que forman parte de él.
En América Latina
Mi primera recomendación no necesita presentación, pues es considerada por muchos como la obra cumbre del realismo mágico: Cien años de soledad del colombiano Gabriel García Márquez. En uno de los inicios más hermosos y evocativos de la literatura en lengua hispánica, Aureliano Buendía recuerda ante la muerte la vez que su padre lo llevó a conocer el hielo.
A partir de esta sencilla premisa, conoceremos a los miembros de las siete generaciones de la familia Buendía y las historias que giran a su alrededor. Desde la superstición que obliga a José Arcadio Buendía y a su esposa Úrsula a internarse en la selva y fundar el pueblo de Macondo, hasta cuando Aureliano Babilonia tiene un romance con su tía Amaranta Úrsula y conciben un hijo, hecho que cumplirá las profecías que el gitano Melquiades dejara escritas en un pergamino que debería leerse cien años después.
Otra recomendación es el cuento “El Aleph” del argentino Jorge Luis Borges. En él, Beatriz Viterbo muere y su familia está de luto; Borges, allegado, amigo y enamorado, acude cada año a visitarla y ahí conoce al primo de Beatriz, Carlos Argentino Danieri, quien le cuenta sobre el Aleph que descubrió de niño y tiene guardado en el sótano.
Se trata de “uno de los puntos en el espacio que contiene todos los puntos”, así que Borges, intrigado, pide conocer el Aleph; Danieri accede, enfatizando que es sólo suyo, tras lo cual lo lleva a su casa y, antes de mostrárselo, le dicta instrucciones precisas para poder verlo. Pensando que Danieri está loco, Borges accede a todo… y el resultado es extraordinario.
Una mención honorífica es la novela Sofía de los presagios, de la nicaragüense Gioconda Belli: un hermoso libro que narra la vida de Sofía, una niña gitana que a los siete años va detrás de su madre —que había abandonado la caravana por una discusión con su padre— y termina por perderse, pero es hallada y adoptada por dos personas que la quieren y a los que ella termina queriendo como una segunda familia.
Su vida no será fácil, pues entre la discriminación por ser gitana y los maltratos de un esposo celoso que la priva de su libertad, Sofía tendrá que abrirse paso hasta alcanzar la felicidad mientras se descubre a sí misma con ayuda de personajes maravillosos que la cuidarán y guiarán en el proceso.
En México
De novelas mexicanas, quisiera recomendarte tres. La primera es Aura, una novela corta —o cuento largo— de Carlos Fuentes. Trata de un joven estudiante que encuentra una oferta de trabajo en el periódico, “al parecer hecha para él”, y decide acudir a la entrevista en una vieja y oscura casona en el centro de la Ciudad de México.
Ahí, una anciana viuda le explica que el trabajo consiste en traducir las memorias de su finado esposo a cambio de un buen sueldo y alojamiento. Pronto, el joven descubre que en la casona vive también una joven hermosa a la que rara vez ve y de quien se enamora perdidamente. Atraído más por la joven que por su trabajo, y aprovechando sus escasos encuentros, logra conquistarla y hacerle el amor… después de lo cual descubre la verdad.
La segunda novela es la emblemática Pedro Páramo de Juan Rulfo. En su lecho de muerte, Dolores Preciado pide a su hijo Juan que busque a su padre para exigirle lo que le corresponde como herencia. Juan, hijo ilegítimo, no parece tener intenciones de cumplir con la promesa pero, impulsado por visiones del pueblo de su madre —y, sobre todo, de su padre—, decide ir a Comala para encontrar al susodicho, “un tal Pedro Páramo”.
Magistralmente escrita, la novela con frecuencia obliga al lector a volver sobre sus pasos en la lectura, pues no sólo existen dos voces sino también otras narraciones insertadas de manera tan sutil que la frontera entre unas y otras es casi imperceptible. Así conoceremos la historia de Pedro, de su ambición que lo convierte en feroz cacique que evita la destrucción de Comala, de su pasión por las mujeres y su amor por quien será quizá la única persona que logre sacar de su corazón algo de humanidad: Susana San Juan.
La tercera novela es Como agua para chocolate de Laura Esquivel. Una chica que sostiene en equilibrio media cebolla en la cabeza mientras parte otras, explica que se supone que la cebolla en su cabeza debería evitarle el llanto pero que a ella no le sirve. Mientras, nos cuenta que su amor por la cocina lo heredó de su abuela Tita, quien vivió enamorada de un hombre con el que no podía casarse, pues al ser la hija menor tenía que cuidar a su madre, así que él terminó casándose con su hermana Rosaura.
En el texto nos adentramos en el mundo de Tita, sus penas, su convivencia con sus hermanas, con su nana Nacha —la cocinera de casa, de quien lo aprende todo— y con su madre Elena. Aun casado, el amor de Pedro por Tita pasará por diversas pruebas, mientras el humor de ella afecta de forma mágica los platillos que elabora… y de los cuales nos da la receta.
Fuera de América
A manera de breve lista —sin resumen por falta de espacio y sin un orden específico—, quisiera recomendarte también algunas obras que no son incluidas con frecuencia dentro del estilo del realismo mágico, como El tambor de hojalata del alemán Günter Grass y La metamorfosis del checoslovaco Franz Kafka.
Además, te señalo a algunos escritores italianos: Alessandro Baricco con City y casi todas sus novelas de ficción; los cuentos en Las ciudades invisibles y muchas de sus novelas —como El barón rampante— de Italo Calvino; Gog y El libro negro de Giovanni Papini; Aquiles pies ligeros de Stefano Benni; y también La polvareda —cuentos— y Los cien pájaros —novela— de Tonino Guerra.
Y aquí termina mi lista, que seguramente está incompleta, pero te puedo asegurar sin temor a equivocarme que abordar cualquiera de estas obras será una aventura fascinante para tus momentos de lectura, de los que deseo que puedas disfrutar muchos durante toda tu vida.