Neuralink: ¿dejarías que Elon Musk implantara un chip en tu cerebro?

Neuralink: ¿dejarías que Elon Musk implantara un chip en tu cerebro?
Francisco Masse

Francisco Masse

Inventos

El pasado martes 30 de enero de 2024, el magnate tecnológico Elon Musk anunció que su empresa Neuralink había logrado un hito científico al implantar con éxito uno de sus chips inalámbricos en un cerebro humano. Según detalló desde su cuenta de X —la plataforma de su propiedad, antes conocida como Twitter—, el paciente “estaba recuperándose bien” y se había detectado actividad cerebral que resultaba “promisoria”.

Como había anunciado desde hacía meses, el objetivo de Neuralink es conectar cerebros humanos con computadoras por vía inalámbrica para ayudar a aquellos que sufren de parálisis y de otros impedimentos neurológicos o de movilidad. Con su conocida forma sensacionalista de revelar noticias, Musk afirmó que el nuevo producto de su empresa se llamará Telepathy y permitirá tener “control de tu teléfono, de tu computadora y, a través de ellos, de casi cualquier dispositivo electrónico, con sólo pensarlo”. Añadió que sus primeros usuarios serían quienes hubieran perdido un miembro o una parte de su cuerpo.

Elon Musk

Neuralink recibió autorización del gobierno estadounidense para implantar chips en cerebros humanos en mayo de 2023. Con ello, obtuvo luz verde para arrancar un estudio de seis años durante el cual usarán robots para colocar quirúrgicamente 64 hilos flexibles, más finos que un cabello humano, en una parte del cerebro que controla la “intención de movimiento”. Estos hilos permiten que el implante —una pieza experimental alimentada por una batería que se carga sin cables— registre y transmita señales cerebrales de forma inalámbrica a una aplicación que decodifica cómo y hacia dónde la persona pretende moverse.

Más allá del revolucionario anuncio mediático que acaparó las secciones de ciencia y tecnología de muchos diarios del mundo, algo que llamó la atención fue el escepticismo y la reserva con los que la comunidad científica tomó la noticia. De hecho, muchos titulares precisaban: “Elon Musk dice que Neuralink implantó un chip” y en sus textos las notas aclaran que no se conoce el nombre del paciente ni quién o dónde se realizó el procedimiento, amén de que sus resultados no han sido sometidos al escrutinio de las revistas médicas.

Frases de advertencia como “No olvidemos que Musk es un hombre de negocios, no un científico” y “Musk tiene el hábito de sugerir grandes cosas, pero sin dar grandes detalles al respecto” matizaban el logro científico, y publicaciones como BBC News aclara que si bien Neuralink ha entrado al selecto grupo de compañías que han logrado implantar un chip cerebral con aparente éxito, no es la primera en lograrlo, poniendo como ejemplo a la Escuela Politécnica Federal de Lausana, en Suiza, cuyos investigadores lograron que un hombre paralizado pudiera caminar de nuevo con un simple pensamiento —un hecho que, a diferencia de éste, sí fue verificado por pares y se publicó en journals médicos.

El chip de Neuralink

“Afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria”, sentenció nuestro querido Carl Sagan. Y si la falta de información médica, la reputación de mentiroso que ostenta el magnate o las denuncias por crueldad animal contra Neuralink no son suficiente motivo para sospechar del reciente anuncio, quizá valga la pena recordar que su bandera para apoderarse de Twitter fue “la libertad de expresión”, pero una de sus primeras acciones fue anunciar el cobro en una plataforma que siempre había sido gratuita.

Del mismo modo, ahora que usa como estandarte al finado Stephen Hawking —“¿se imaginan lo que nos habría dicho si lo hubiéramos conectado a una computadora?”, ha dicho por ahí el sudafricano— y a las personas con parálisis, un miembro amputado o que sufren impedimentos físicos, ¿no será que lo que en el fondo desea es que lo dejemos entrar a nuestros cerebros para así “vendernos mejor”, como clientes y, tristemente, también como productos?

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