Nueve consejos para escribir un cuento

Nueve consejos para escribir un cuento
Fernando N. Acevedo

Fernando N. Acevedo

Creatividad

Desde pequeños estamos acostumbrados a escuchar y contar historias sin que ello represente algún problema; sin embargo, cuando queremos plasmarlas por escrito y en forma de cuento, las cosas parecen complicarse. Al contar una historia en forma oral, tendemos a extendernos, desviarnos o abrir paréntesis para hablar de acontecimientos o personajes que algún detalle del relato nos trajo a colación. Lo que tengamos que decir sobre ellos puede o no aportar algo a la historia, pero quizá distraigan la atención de quienes la escuchan.

Un cuento escrito, en cambio, posee como principal característica la brevedad. De esta premisa se desprenden los consejos que a continuación te daré para escribir un cuento. Te adelanto que algunos de ellos incluso son considerados reglas; pero, como todas ellas, cuando las pongas en práctica y las domines, verás que en ocasiones puedes romperlas.

1. Lee. En mi artículo “Cómo escribir poemas sin morir en el intento” —publicado en la edición impresa de julio de 2018 de Bicaalú— ofrezco el mismo consejo y por la misma razón: leer a otros autores te servirá para darte cuenta de cómo enfrentaron y resolvieron el reto de escribir un cuento; además, esa práctica podría ayudarte a encontrar tu propio estilo.

2. Menos es más. Debido a que la extensión de un cuento es reducida —puede ser de unos pocos párrafos o de algunas páginas, aunque incluso existen algunos con sólo unas pocas palabras—, no puedes desarrollar historias paralelas que después podrían coincidir, o no, como sucede en la novela. Por ello, te recomiendo reducir al mínimo los personajes que aparecerán en él y concentrar tus esfuerzos en una sola historia: de esta forma, su desarrollo y desenlace serán fáciles de plantear y resolver.

3. Elige bien la historia y la trama. Me refiero a qué vas a contar y cómo lo vas a hacer. La historia puede estar basada en algo que te haya ocurrido, que hayas visto, que te hayan contado o, incluso, algo que nunca ocurrió pero que imaginaste; considera si puede ser de interés para los demás y, sobre todo, si puedes exponerla de forma breve y concisa. La trama, por su parte, es la secuencia de los hechos que ocurren en la historia y que normalmente se plantean a partir del conjunto de preguntas que deben responderse para darle tensión dramática: cómo comenzó todo, cuándo y por qué aparecen los personajes, si se relacionan entre ellos y cómo lo hacen, a que circunstancias se enfrentan y cómo salen adelante de ellas.

4. Busca un buen inicio. Según algunos grandes de la literatura, es fundamental llegar al lector con energía para que éste no sea capaz de dejar de leer, y ello se logra al comienzo de lo que piensas contar. Un buen consejo es que el principio del cuento se acerque lo más pronto posible al nudo de la trama, o coloque a quien lee de golpe en medio de la acción. El problema de algunos cuentos que “comienzan demasiado tarde” muchas veces se resuelve quitándoles el párrafo inicial —o, incluso, la primera página.

5. Construye tus personajes. De ellos no es necesario decirlo todo, pero sí saberlo todo: sin importar que sean ficticios, deben ser creíbles, tener una razón para ser y actuar, y sus acciones u omisiones deben estar sustentadas y tener consecuencias en la historia. Puedes introducirlos de forma directa, simplemente describiéndolos —te recomiendo hacerlo con pocos adjetivos—, o en forma indirecta, a través de diálogos o acciones. Una idea extra es la de un personaje no humano: hay cuentos magníficos que tienen como personaje principal a un objeto, un animal o una máquina.

6. Selecciona un narrador y tiempo narrativo. Existen varios tipos de voces narradoras que puedes elegir, cada una con características especiales. Como ejemplos están:

  • el narrador omnisciente, que sabe todo de todos, por lo que cuenta la historia completa conociendo las circunstancias, sentimientos y psicología de los involucrados;
  • el narrador equisciente, que es parecido al omnisciente, sólo que éste conoce únicamente todo lo relativo a un personaje, de modo que los asuntos de los demás sólo se podrán inferir, deducir o suponer;
  • el narrador protagonista, que, por supuesto, sólo sabe su parte de la historia y descubrirá, junto al lector, la de los demás; o
  • el narrador en segunda persona, para algunos en desuso y para otros de manejo complicado e interesante, pues se dirige directamente al lector, convirtiéndolo en personaje y protagonista de la historia.

El tiempo narrativo, por su parte, se refiere a cuándo se lleva a cabo la acción: en el pasado, presente o futuro. Mantén constante la relación entre el narrador y el tiempo narrativo, pues a menudo se cae en el error de comenzar con una combinación y terminar con otra.

7. Conoce y domina los recursos de la lengua. Al escribir, tu herramienta es el lenguaje, de modo que debes esforzarte por dominarla. Además de la buena ortografía, con el tiempo te darás cuenta de que la correcta puntuación es una cuestión de estabilidad y utilidad narrativas, pues determinan la claridad de un discurso. Al escribir, lee y relee tu cuento en voz alta para escuchar cómo “respiran” las frases.

8. Reescribe. No tengas miedo de modificar, editar, borrar o, incluso, reescribir: aunque no parezca, eso te hace descubrir nuevos enfoques.

9. Por último, pero no menos importante: comienza. Sentarse frente a la pantalla u hoja de papel en blanco puede ser imponente y causar un bloqueo. Pero si escribes la idea principal —ésa en la que llevas pensando minutos, horas o días—, poco a poco podrás darle forma y pulir la narración. No importa si logras escribir tres páginas o sólo tres párrafos: si éstos narran lo que querías y como querías, seguramente el resultado será un buen cuento.

Cierre artículo

Recibe noticias de este blog