Quienes somos apasionados de la música, en particular del rock, tenemos claro que la alineación clásica consiste en una voz, una o dos guitarras eléctricas, un bajo eléctrico y una batería, y así lo demuestran bandas emblemáticas como The Beatles, The Rolling Stones, Black Sabbath y The Police. Otras más, como Led Zeppelin, The Doors, Pink Floyd o Deep Purple, incorporan el órgano o un sintetizador para enriquecer su sonido. Pero aquí, este humilde sombrerero hablará de canciones de rock acompañadas con un instrumento que se asocia más con la música clásica y con el jazz: el piano.
Vamos a vuelo de pájaro y en orden más o menos cronológico. El primer rockero pianista que viene a mi mente es el entusiasta Little Richard, quien acompañado por su inseparable teclado lanzó en 1955 “Tutti Frutti”, considerada uno de los primeralos ejemplos de auténtico rock & roll. Dos años después, tenemos a Jerry Lee Lewis y su éxito “Great Balls of Fire” (1957), una de las mejores cien canciones del rock según la revista Rolling Stone. Es curioso que ambos pioneros terminaron retirándose de la música por razones totalmente distintas: uno por su vocación religiosa —se hizo ministro de una iglesia— y el otro, por un escándalo sexual con una menor.
Dejemos pasar una década completa para encontrarnos con uno de los músicos más determinantes y exitosos del género: Paul McCartney, quien al frente del “cuarteto de Liverpool”, The Beatles, hizo del piano uno de sus mejores comparsas, en particular en dos canciones: el single “Hey Jude” (1968) y “Let It Be” (1970).
Al año siguiente un cerebral tecladista, Ray Manzarek, cerró magistralmente el último track del último álbum de The Doors con un solo de piano eléctrico; me refiero a la oscura composición “Riders on the Storm”, la última que grabó el malogrado vocalista Jim Morrison antes de su muerte prematura. Ese mismo año, el dueto Simon & Garfunkel sacó al mercado su álbum Bridge over Troubled Waters (1970), el cual ganó seis Grammys y es uno de los más vendidos de la historia; en la canción homónima, compuesta por Paul Simon, la voz de Art Garfunkel suena gloriosa y sentimental al ser acompañada por un piano con influencias del gospel y de la música de J. S. Bach.
Un subgénero que floreció en Inglaterra a principios de la década de 1970 fue el progresivo o prog rock, representado por bandas como King Crimson, Yes, Emerson, Lake & Palmer y Genesis —de Pink Floyd hablaremos más adelante—; resulta difícil elegir una canción, pero sin duda “Firth of Fifth” (1973) de Genesis es una de las más reconocibles: en ella, el tecladista Tony Banks nos deleita con una hermosa entrada en el piano totalmente acústica.
Ya que hablamos de ingleses, veamos tres ejemplos soberbios. David Bowie, quien en su reflexiva canción “Changes” (1972) se hace acompañar por el piano de Rick Wakeman; “Goodbye Yellow Brick Road” (1973), un melancólico himno de uno de los pianistas más célebres del rock, Elton John; y la famosísima composición que es casi una mini ópera en sí misma: “Bohemian Rhapsody” (1975) de Queen, en cuya primera mitad Freddie Mercury hace gala de sus habilidades vocales mientras ejecuta inolvidables arpegios y acordes en el piano.
Aligeremos un poco el tono con “Piano Man” (1973) de Billy Joel, sobre un pianista que trabaja en un bar y ve pasar frente a él a una serie de hombres que sufren calladamente y sólo alivian sus penas al oírlo tocar. Por otro lado tenemos a la banda predilecta de Homero Simpson: Supertramp; entre sus muchos sencillos con piano destaca “Fool’s Overture” (1977). De ese mismo año, una tríada de tracks más: la optimista “Don’t Stop” de Fleetwood Mac, la romántica “Come Sail Away” de Styx, y la introspectiva “Here Comes the Flood”, que cierra el primer álbum solista de Peter Gabriel tras su salida de Genesis.
Al final de la década de 1970, la banda inglesa Pink Floyd sacó al mercado su álbum conceptual The Wall (1979), de donde se desprende “Nobody Home”, en la que Roger Waters personifica al personaje Pink, el cual expresa en ella toda su desolación y tristeza, acompañado de los sensibles acordes del tecladista de la banda, Rick Wright.
En la década de 1980 la tendencia se inclinó hacia el pop y en ese tenor tenemos a dos exponentes: el inglés Joe Jackson, quien después de trabajar en bares y centros nocturnos propuso un pop-rock con tintes de jazz en su álbum Night and Day (1982), en el que destacan las estupendas “Steppin’ Out” y “Breaking Us in Two”; y al estadounidense y consumado pianista Bruce Hornsby, que en 1986 —acompañado por su banda, The Range— nos regaló “The Way It Is”, con sus inconfundibles fraseos musicales en el piano.
La lista podría prolongarse mucho más, pero quiero cerrar con una power ballad de una banda que tuvo gran éxito en la década siguiente: Guns N’ Roses; de su álbum doble Use Your Illusion (1991), el tercero en su discografía, sin duda el track donde el piano tiene mayor protagonismo es “November Rain”, una gran interpretación vocal e instrumental del cantante Axl Rose acompañada con arreglos de cuerdas y orquestales. ¿Cuáles más añadirías?