Desde niños aprendemos que dar es mejor que recibir y lo comprobamos en dichos populares como “Donde comen dos, comen tres”, en películas donde los padres le ceden la comida a sus hijos, o con esas personas que no quieren que se les regale nada en ocasiones especiales. Aprendemos que si amamos y nos interesan las personas, entonces es bueno ocuparnos de ellas y darles lo que requieran.
El problema surge cuando en esa lista de personas amadas no te has incluido a ti mismo o a ti misma. ¿Te has preguntado por qué pasas días enteros pensando en cuál será el mejor regalo para tu pareja o tu hijo, y en tu cumpleaños no piensas en regalarte nada? ¿O por qué te duele gastar doscientos pesos en ti mismo cuando por alguien más no te molesta desprenderte hasta de la mitad de tu quincena?
En mi opinión, parte de ello se debe a la definición que tenemos de egoísmo. El diccionario de la RAE refiere que el egoísmo es “un inmoderado y excesivo amor a uno mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés sin cuidarse del de los demás”. Esta enunciación es semejante a la que hace Jorge Bucay, quien llama egoísmo malsano al “falso amor por uno mismo pero que a la vez proclama la incapacidad de comprometerse con el amor de otros”.
Por su parte, el psicólogo Wayne Dyer define al egoísmo como una carga para los demás, pues se trata de aquella persona que se rechaza a sí misma y que usa a otras para que lo hagan feliz. A pesar de ello, se tiene la idea de que si te llegan a etiquetar de egoísta, será fácil que las personas dejen de quererte o dejes de importarles. En esto tiene mucho que ver la sociedad en que creciste y tu idea de la “buena educación” y las “buenas maneras”.
En su libro El respeto hacia uno mismo,Nathaniel Branden sostiene que el egoísmo es una síntesis de autonomía y autoestima, elementos imprescindibles para el bienestar personal. Así, el egoísmo saludable engloba la estimación que se siente por uno mismo, la valoración que se otorga y el orgullo por la persona que se es. Bucay también afirma que el egoísmo sano posibilita una vida personal plena y relaciones satisfactorias con los demás, sin que por ello las antepongas a ti mismo.
Con egoísmo malsano, las personas son un mero instrumento; con egoísmo sano, una persona puede colaborar y relacionarse con otra, y sentir satisfacción al hacerlo, respetando las propias necesidades y sentimientos, aun si los demás no lo hacen: respetamos las opiniones de los demás, pero nos distanciamos de ellas.
Algunas formas fáciles de poner en práctica el egoísmo sano son:
1. Marca tus propios límites
Al principio quizá experimentes culpa o remordimiento por hacerlo, pero toma en cuenta que es la única forma de mostrarle a los demás cómo quieres ser tratado.
2. Dedica tiempo sólo para ti
Ve al gimnasio, tómate un café, sal a caminar o ve al cine, pero trata de que sean actividades que te gustan y que puedes realizar sin problema. Es imprescindible conocerte, saber qué te gusta y cuáles son tus necesidades.
3. Sé auténtico
Sin importar lo que se espera de ti y tus obligaciones, no violentes tu emocionalidad y conducta fingiendo estados de ánimo o características de personalidad que no te son propios. La mentira va en contra de la autenticidad y es necesario mantenerse fiel a uno mismo en la expresión de las emociones y el modo de obrar.
4. Responsabilízate de ti mismo
Cuando viajas en avión y los sobrecargos dan las instrucciones en caso de que el avión se despresurice, indican que si viajas con niños o personas mayores, primero debes ponerte la máscara de oxígeno y luego colocar la de tus acompañantes: si no puedes respirar, tampoco podrás ayudar a los que te rodean. Lo mismo pasa cuando te vuelcas en los demás sin primero ser responsable de ti mismo.
Para poner en práctica este principio, deja de decir “Sí” cuando quieres decir “No”. Ten claro que tratar de complacer y agradar a otras personas sólo te agota y les quita la oportunidad de conocerte realmente. Recuerda: el autocuidado y el amor propio no son egoísmo, sino un ejercicio de salud y responsabilidad con uno mismo para el propio equilibrio, tanto físico como emocional y mental.