¿Qué tan diferente sería nuestro mundo si el ser humano no tuviera la facultad de crear? Tristemente, sería un mundo en el que las obras maestras de la literatura y del arte que han trascendido y conmovido a generaciones no existirían, sin relatos fantásticos para escapar a otros mundos, sin pintura para plasmar la belleza de nuestras sueños y sin danzas para expresarnos a través de nuestros cuerpos. Un mundo así resultaría simplemente inconcebible.
Por todo lo anterior, cuando escuchamos la palabra creatividad es común pensar de inmediato en las artes; pero lo cierto es que la inteligencia creativa es la raíz no sólo del arte, sino de todos los avances de la especie en todos los campos. Si no habías oído hablar de la inteligencia creativa y quieres saber cómo desarrollarla, sigue leyendo: verás que la idea de que la creatividad es un don reservado a unas cuantas personas es, simplemente, una mentira.
Desde hace siglos el ser humano ha sido consciente de la complejidad de su propio pensamiento y, por ello, ha intentado medir su intelecto, el cual podría definirse como la capacidad de comprender los fenómenos que nos rodean. Por eso, diversos científicos han usado parámetros diferentes para cuantificar la inteligencia de individuos; uno de los primeros fue Alfred Binet, quien inventó el concepto del IQ —o cociente intelectual— y diseñó pruebas y niveles para evaluar la inteligencia de los niños franceses en edad escolar.
Por su parte, en 1983 el psicólogo Howard Gardner propuso la existencia no de un tipo de inteligencia, sino de las inteligencias múltiples: lingüística, musical, lógico-matemática, corporal-kinestésica, visual-espacial, interpersonal e intrapersonal; después, esta teoría se complementó al incluir la natural, la espiritual y la emocional, pero, ¿qué hay de la inteligencia creativa?
A diferencia de lo que su nombre nos puede dar a entender, la inteligencia creativa no se considera un tipo específico de inteligencia sino una forma particular de procesar información, la cual puede favorecer a las diversas inteligencias como una herramienta del proceso cognitivo general.
Hablamos, entonces, de una habilidad que permite aplicar los distintos tipos de inteligencia en la resolución práctica de problemas, dependiendo de la naturaleza de cada uno. Este tipo de procesamiento informativo nos hace capaces de “pensar fuera de la caja”; o sea, de realizar conexiones inusuales y formar vínculos entre capacidades normalmente disociadas, por ello es que se manifiesta en cualquier situación en la que un individuo se aleja del proceso convencional y genera ideas novedosas que resultan originales, útiles y aplicables a la solución de problemas en el mundo real. Y lo mejor de todo: en cualquier campo del interés humano, como la ciencia, la ingeniería y los negocios, y no sólo en el arte.
Quienes destacan por su inteligencia creativa son personas que muestran imaginación, empatía, adaptabilidad y un gran interés por aprender acerca de cualquier tema, lo cual contribuye a elevar su confianza y destreza para adaptarse a los cambios, además de que aumenta la neuroplasticidad y la capacidad cerebral de integrar información nueva para, así, aprender más eficazmente.
Además, estas personas son capaces de entender puntos de vista distintos, sabe ejercer el liderazgo, observa el entorno desde perspectivas inéditas y es buena para detectar oportunidades. En suma, estos rasgos benefician su vida personal y profesional, fomentan la superación, ayudan a superar bloqueos artísticos y a mejorar el desempeño laboral.
Pero no se trata de sólo querer tener nuevas ideas: también hay que poner manos a la obra. Si eres de esas personas que no se considera creativa, tal vez sucedió que en algún momento de tu vida te desconectaste de tu capacidad creadora, pero es importante recordar que esa habilidad es intrínseca a cualquier ser humano. Así, sólo es cuestión de volver a ejercitar la creatividad al fortalecer tu conexión con la intuición y la imaginación.
La curiosidad que nos impulsa a aprender, ensoñar y crear es algo que nos distingue desde la primera infancia, y aunque haya sido reprimida, olvidada o frenada por el ambiente en el que nos desenvolvimos, es posible restaurar el acceso a ella. Algunas actividades útiles para aumentar tu inteligencia creativa son:
- Escribe historias, acude a obras de teatro, realiza ejercicios de improvisación, compón música, practica el baile o haz manualidades.
- Aprende la técnica de dibujo o pintura que más te motive.
- Visita museos o mira obras de arte y analiza cómo te hacen sentir.
- Aprende nuevas recetas de cocina o modifica recetas conocidas.
- Sal de excursión, haz caminatas y pasa tiempo al aire libre.
- Realiza ejercicio físico, que ayuda a despejar la mente.
- Organiza debates y coloquios sobre temas de tu interés.
- En un equipo o empresa, propón un problema y juntos conciban distintas maneras de solucionarlo.
- Aprende la técnica del brainstorming o lluvia de ideas para estimular la creatividad y tener un pensamiento más diversificado.
Ahora que sabes que la inteligencia creativa está al alcance de todos, ¿qué esperas para trabajarla y vivir una vida más divertida y plena?