Desde que la exploración del espacio exterior se convirtió en un tema de interés público, en gran parte popularizado por los esfuerzos que desde mediados del siglo XX han llevado a cabo la NASA de los Estados Unidos y el programa espacial ruso, uno de los elementos visualmente más memorables es el inconfundible traje espacial que usan los astronautas durante sus misiones. Y al respecto de esta vestimenta, que ha sido reproducida y usada por actores del cine y la TV, vale la pena preguntarse: ¿quién la inventó?
Antes de hablar de su historia, conviene saber el porqué de su existencia: la función del traje de un astronauta —o cosmonauta, si es ruso— es protegerlo de las condiciones extremas que se presentan en el espacio exterior —tales como vacío, falta de presión atmosférica, frío glacial, ausencia de aire y de oxígeno, y radiación solar y cósmica—, a las que queda expuesto al salir de la protección de la atmósfera terrestre.
Vale la pena aclarar un hecho científico: en la superficie de la Tierra, todos estamos constantemente sometidos a la presión de la atmósfera y todo el tiempo nuestro organismo está ejerciendo una presión hacia fuera equivalente para no ser aplastado por el peso de las capas de gases que rodean al planeta; por eso, si alguien sale de la atmósfera sin un traje protector, la presión interna de su cuerpo haría que se hinchara y estallaría como un globo… si es que antes no se quedó sin oxígeno y murió de asfixia.
Así pues, un traje espacial debe tener una presión interna estable, contar con un sistema que proporcione oxígeno y elimine el dióxido de carbono que se exhala al respirar, regular la temperatura, proteger de la radiación UV y de partículas, permitir un amplio grado de movimiento y ser capaz de establecer comunicación con la nave o la base en la Tierra. Hay que saber, además, que existen tres tipos de trajes espaciales: los de uso interno, para maniobras dentro de la nave —IVA, por las siglas en inglés de intravehicular activity—, los destinados a las llamadas “caminatas espaciales” —EVA o extravehicular activity—, y aquellos que sirven para ambos propósitos.
Los primeros trajes espaciales retomaron ideas de diseño y tecnologías de vestimentas usadas previamente en la milicia, la aviación y la marina, por ejemplo: la máscara antigás usada en las trincheras en la Primera Guerra Mundial, la máscara de oxígeno de los pilotos de altura, el traje presurizado para las cámaras de vacío industriales y la escafandra que protegía a los buzos de la presión y la temperatura del agua profunda, y les proveía de aire respirable y de una vía de salida para el aire exhalado.
Los dos antecedentes más claros del traje espacial fueron inventados por un ruso y por un español que trabajaban en la aeronáutica de sus respectivos países: en 1931, en la ciudad de Leningrado, el ingeniero Yevgeny Chertovsky diseñó el primer traje presurizado para los pilotos que volaban a altitudes donde la presión atmosférica era tan poca que difícilmente podrían sobrevivir; cuatro años después, el ingeniero español Emilio Herrera inventó la escafandra estratonáutica, que cumplía con la misma función que el invento de Chertovsky, pero estaba destinado a viajes en globos que ascendían hasta la estratósfera —éste nunca se usó, pues el proyecto fue suspendido por el estallido de la Guerra Civil Española.
Llegamos a la mitad del siglo XX. A principios de la década de 1950, la Oficina de Investigación Científica de la Fuerza de Estados Unidos —AFOSR, por sus siglas en inglés—, comisionó a Siegfried Hanssen, de Litton Industries, el diseño de una cámara de vacío y de un traje presurizado asociado. En principio, éste se usaría en cámaras de vacío para la manufacturación de electrónicos; pero, tras la exitosa puesta en órbita del satélite ruso Sputnik, su propósito cambió y el diseño se empleó en los inicios del programa espacial estadounidense.
De 1958 a 1963, la recién fundada NASA puso en marcha el Proyecto Mercury, primer esfuerzo de los EUA por salir al espacio exterior, y los trajes que usaron aquellos valerosos astronautas fueron diseñados por el inventor Russell Coley. Cuando Alan Shepard, a bordo del Freedom 7, se convirtió en el primer estadounidense en salir al espacio, la prensa calificó a Coley como “el primer sastre espacial” y la marca Goodrich, que lo patrocinaba, le otorgó el mote de “El padre del traje espacial”.
No obstante, el primer traje espacial como tal, es obvio decirlo, fue el que usó el primer hombre que salió al espacio el 12 de abril de 1961: el cosmonauta ruso Yuri Gagarin, quien se enfundó en un SK-1, por las iniciales de Skafandr Kosmichesky o “escafandra para el espacio” en ruso; esta especie de overol naranja fue manufacturado por la empresa rusa NPP Zvezda, que tiene su sede en Tomilino, cerca de Moscú. ¿Ah, verdad?