¿Tenemos un cuerpo astral?

¿Tenemos un cuerpo astral?
Igor Übelgott

Igor Übelgott

Espiritualidad

Lo recuerdo con claridad. Tendría yo unos diecisiete años, era domingo y en la mesa de mis abuelos mis tíos reían a carcajadas después de la cena. Yo me había levantado de la mesa, caminé por la sala y salí al pasillo. Serían unos minutos antes de las ocho y aún no anochecía totalmente. Ya afuera, volteé a la izquierda y, en la penumbra, vi una extraña silueta masculina que caminaba decididamente hacia la salida como si él, o eso, no pudiera verme.

Creo recordar que aquello resplandecía, pero no podría precisarlo. En los escasos segundos que duró la aparición, mi mente se detuvo. Mi primera reacción fue pensar que mi hermano se había puesto un disfraz —un extraordinario disfraz— para hacerme una broma; pero cuando se aproximó más vi con claridad cómo la entidad era totalmente traslúcida. Aun así, la llamé con el nombre de mi hermano. Entonces, fue como si aquello se hubiera percatado de mi existencia y, con un par de zancadas, atravesó la pared del pasillo y desapareció de mi vista…

— o —

Pocas veces cuento la historia de esta aparición, que tuvo lugar durante mi adolescencia. No estaba muy oscuro y yo estaba perfectamente despierto —acababa de cenar hacía unos momentos—, así que hasta hoy no tengo otra explicación racional que la de una simple alucinación. Pero traigo esta anécdota a colación por el tema que nos ocupa. Y es que, si fue real, la forma de dicho espectro coincide con la descripción de lo que se conoce como cuerpo astral.

Aunque por su uso reciente dentro de ciertas escuelas new age que prometen la enseñanza necesaria para “desprenderse” o “tener un viaje astral”, la idea de uno o varios “cuerpos sutiles” que existen en “un plano superior” —lo que sea que esto signifique— o de modo paralelo al cuerpo físico, es inmemorial: desde la Grecia antigua, el filósofo Platón hablaba de siete esferas planetarias, así como de un cuerpo mortal, una razón inmortal y un “espíritu” intermedio entre ellos.

Dios como primer motor inmutable, según Aristóteles

En el oriente, en múltiples religiones y prácticas hay creencias semejantes en torno a estos cuerpos inmateriales, que están presentes en el hinduismo, en el budismo, en el tantra y en el yoga. Así, un cuerpo sutil sería cada uno de los componentes psicoespirituales de cualquier ser viviente y que corresponde a un subplano de existencia, en una jerarquía “ascendente” que culmina con el plano y el cuerpo físicos.

En estos sistemas de creencias se habla también de los chakras, que son puntos focales localizados en el cuerpo sutil sukshma sarira en sánscrito, el cual está hecho puramente de energía—y se conectan con el mundo material a través de canales, dando forma al cuerpo físico.

A pesar de lo anterior, en nuestros días el concepto más popular que circula en torno al cuerpo astral deriva de las enseñanzas de los Teosofistas, una escuela esotérica fundada por la psíquica rusa Helena Blavatsky que pretendía integrar la filosofía oriental dentro del pensamiento occidental, incluyendo también elementos del espiritismo y del ocultismo.

Blavatsky, sin embargo, tomó la noción védica del sukshma sarira —que tiene más que ver con estados de conciencia y flujos energéticos— y la transformó en una idea esotérica emparentada con la clarividencia y la reencarnación, bajo el supuesto de que el cuerpo astral puede separarse del cuerpo material y “viajar”, tanto en este plano físico como en el plano astral, que no es sino el ámbito de existencia donde están las almas antes de nacer y tras morir: el mundo de las esferas celestes habitado por ángeles, espíritus y otros seres descarnados.

Esta idea del viaje astral visto como una separación de la esencia energética o incorpórea de su contraparte física tiene vasos comunicantes con la experiencia extracorpórea, la experiencia cercana a la muerte —NDE, por las siglas en inglés de near-death experience—, los sueños lúcidos e, incluso, con las alucinaciones causadas por sustancias psicoactivas.

NDE, por las siglas en inglés de "near-death experience"

Aunque las fronteras entre eventos de la percepción y fenómenos paranormales es nebulosa, el viaje o proyección astral se distingue por ser intencional y admite dos vertientes: para los teosofistas, implica el traslado a planos paralelos, esferas celestes, cielos, infiernos y otros mundos inmateriales; en otro sentido, el viajero astral puede desplazarse en su forma no física a través del mundo material.

Actualmente, ante la poderosa viralización y la gran banalización que en muchos casos trae de la mano el internet, es posible hallar una cantidad ingente de artículos sobre el tema del cuerpo astral en sitios poco confiables, cursos teórico-prácticos que por una módica cantidad te enseñan a hacer tú mismo tus propios viajes astrales y hasta videos tutoriales que prometen enseñarte a “desprender tu cuerpo astral y acceder al conocimiento con total éxito”.

Del otro lado de la balanza se encuentra también un volumen considerable de textos científicos que desechan cualquier creencia que no pueda comprobarse en un laboratorio en condiciones controladas y que desestiman siquiera la posibilidad de la existencia de un “cuerpo sutil”. Desde luego, dar por cierta o desechar a priori la idea del cuerpo astral podría resultar cómodo si uno cree, o no, en algún tipo de existencia más allá de la muerte física.

Pero si consideramos que nuestros sentidos perciben sólo una mínima parte de las manifestaciones energéticas y los fenómenos que suceden cada segundo en el universo, y que la materia que parece tan confiable, concreta y sólida está hecha de átomos que, básicamente, se componen de un 99% de vacío y 1% de campos electromagnéticos, ¿realmente suena tan descabellado suponer que somos algo más que enlaces químicos orgánicos destinados a degradarse?

La respuesta a esta interrogante es tan personal como lo es la explicación que aún tengo pendiente a la anécdota del principio. Quién sabe: quizá en unas décadas un científico compruebe que el principio de incertidumbre aplica también a los seres vivos, que sí hay universos paralelos o que, en efecto, una huella energética nuestra puede deambular independiente de nuestra materia

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