Un acto de belleza en tiempos difíciles: creatividad para procesar las crisis de la vida

Un acto de belleza en tiempos difíciles: creatividad para procesar las crisis de la vida
Franz De Paula

Franz De Paula

Siempre he imaginado que la vida es como una pintura enorme y uno la recorre de principio a fin, como si fuera una hormiguita que atraviesa de esquina a esquina La noche estrellada de Vincent van Gogh. Cuando te toca caminar por los colores claros, encima de las estrellas y la luna, la vida se siente hermosa y radiante: son los momentos felices de tu vida y el universo parece sonreírte. Pero luego las cosas cambian, los tonos se oscurecen, el relieve accidentado modifica tu camino y te hace atravesar declives y colores profundos. Desde esa escala, la vida se siente sombría e incierta, y nos deprimimos porque no vemos luz alrededor. En esos momentos todo duele, el mundo es hostil y estamos convencidos de que así de oscura se quedará la vida para siempre.

'La Nuit étoilée', de Vincent van Gogh (1889)
‘La Nuit étoilée’, de Vincent van Gogh (1889).
Museo de Arte Moderno, Nueva York.

Nuestra percepción del mundo cambia de acuerdo al ángulo desde donde lo estamos observando. Si pudiéramos observarnos desde arriba y nos viéramos cómo esa hormiguita que recorre su propia obra, contemplaríamos todo de otra forma muy diferente. Apreciaríamos no sólo lo frágiles que somos, sino también lo valientes que podemos ser cuando hacemos frente a la vida, cuando lidiamos con lo bueno y con lo malo, con lo fácil y lo difícil. Si tan sólo pudiéramos ver la imagen completa.

Somos hormigas que circulan sobre las fluctuaciones de la vida. Somos ese conjunto de cosas que componen nuestro interior; cuando éste se combina con esa gama externa tan amplia de relieves y colores, acabamos dándole sentido al cuadro… y a la vida. Nuestra vida es la suma de nuestros genes, cicatrices, reacciones, programaciones, decisiones, casualidades e improbabilidades. El sentido lo damos nosotros. Somos la conciencia del universo, encantador y aterrador, observándose en el espejo de la realidad.

Un golpe de la vida, como perder a alguien querido, sufrir algún tipo de violencia o padecer una enfermedad, puede dejar heridas emocionales y psicológicas profundas. Son momentos donde la oscuridad es total. Pero, ¿podremos ver luz al final del túnel? Quizá, pero sólo si enfocamos la atención en actitudes que nos nutran por dentro, como intentar identificar posibilidades nuevas en la vida, reforzar nuestros vínculos humanos valiosos o fortalecer la intuición y el temple personal. Se requiere valor para hacer frente a la vastedad de la vida. Podemos ser valientes, pero no somos incansables.

Atrapados en nuestra escala humana y en el absurdo sistema en el que vivimos, la vida no siempre se siente como una bella obra, sino más bien como una súbita bofetada. Para la mayoría de la gente, la vida no se distingue por ser justa y su lucha diaria es por la supervivencia. No hay forma de estar vivo y no resultar lastimado tarde o temprano por alguna de las filosas aristas del universo. Aquí radica el efecto secundario de estar vivo: el dolor.

A veces, encontramos la vida insatisfactoria y sufrimos. Existen millones de motivos para que tú, yo y el mundo suframos y nos quejemos sin parar por lo injusta que ha sido la vida con nosotros. Pero no somos víctimas. Somos héroes. Nuestra labor humana debería consistir en reducir el sufrimiento, el nuestro y el del mundo, no incitarlo. Porque cuando nuestra vulnerabilidad está expuesta nos percatamos de lo frágiles que somos, y eso nos une.

Podemos crear obras de arte excepcionales, atisbar los rincones del cosmos, construir máquinas y templos y ciudades que subliman esplendor; pero basta con que la vida nos suelte una granada encima para darnos cuenta de lo minúsculos, inseguros y temerosos que somos, y nos convertimos en esa hormiga estancada en el cuadro de la vida.

Así se siente estar vivo. A los humanos se nos da repetir ciertos patrones de comportamiento hoy sólo porque han sido útiles ayer. Cuando nos sentimos atorados o perdidos, nos cubre la sombra del miedo y nos aferramos a la misma vieja dinámica de comportamiento que acaba siendo más nociva que útil. Cuando nos estancamos es porque seguimos aplicando una fórmula vieja a la temporada nueva de nuestra vida. Y la vida nunca es la misma.

Si mi vida fuera una película, me gustaría que ésta fuera emocionante, llena de aprendizajes, reinvenciones y giros interesantes. Pero, sobre todo, me gustaría que fuera inspiradora y tuviera un final digno. Cuando mejoramos la capacidad para navegar los tiempos difíciles, no sólo vivimos con menos sufrimiento, también evolucionamos como individuos. A mi parecer, existen algunas formas para hacer que los tiempos difíciles se sientan menos:

Aprende de los tiempos difíciles. Éstos te ayudan a conocerte mejor porque en cada ocasión tu intuición te avisa qué no hacer, por dónde caminar y de qué forma sostenerte mejor, para que cuando el huracán de la adversidad llegue, nada valioso pueda arrancarte.

Mantente positivo. Por supuesto, no es fácil sonreír cuando se quiere llorar. Sin embargo, el sentido del humor es la herramienta más creativa y útil para superar una zona oscura, porque le restas solemnidad a la circunstancia y te añades una disposición mental más liviana, lo cual marca toda la diferencia.

Piensa creativamente. Canaliza tu emoción en formas productivas. No tienes que ser artista para hacerlo. Crea algo donde antes no había nada: dibuja, escribe, baila, escucha, ayuda. Toma tu dolor y conviértelo en algo bello. Nada más transformador que un acto de belleza en tiempos difíciles.

Cambia algo. Es la cuota para pasar al siguiente nivel en la vida. Después de cada fase, es necesaria una reinvención. El cambio es la fórmula infalible para un resultado diferente.

Ten claro por qué eres una persona afortunada. Sé honesto contigo y evalúa desde arriba tu lugar en la vida, donde hoy estás parado. Es posible que encuentres muchas cosas que decidas modificar y está bien, pero obsérvate no desde la carencia sino con ganancia: tienes salud, gente que te ama, tienes imaginación y capacidad creativa, y, sobre todo, tienes infinitas posibilidades.

Enfócate en lo que puedes controlar. Pon atención en la congruencia entre tus pensamientos y tus acciones, porque entran en el rango de tu control, todo el resto queda fuera. Lo único que te vincula con lo que pasa allá afuera es la forma como reaccionarás ante ello.

Sé amable contigo mismo. Eres tu mejor cómplice, trátate como tal. Estás por tu cuenta, así que no seas duro contigo, mírate como tu mejor amigo. Así, en los momentos rudos no estarás solo: tú mismo te harás compañía.

Suelta. No te aferres a recuerdos, cosas o personas. El rencor, la dependencia y la culpa son cargas peligrosas. Viaja ligero. La vida es hoy y aquí.

Pocas cosas son más difíciles que encontrar algo bello en el dolor. Por eso, cuando estés probando un sabor amargo de la vida, piensa que no tardarás en saborear uno dulce. Toda hermosa pintura tiene tonos oscuros y hendiduras, así como toda bella canción tiene acordes menores y silencios.

Toda gran historia tiene sus laberintos y sus malas decisiones. Y nuestra historia es grande, porque es importante. Caminemos nuestra vida con la frente en alto, orgullosos del abanico de matices que llevamos dentro, porque nos hace únicos. Porque podremos sentirnos cansados, pero nadie podrá negar que fuimos valientes.

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