El conflicto emocional y el arte han tenido, a lo largo de la evolución humana, una relación productiva y prolongada. Por fortuna, hacer arte no sólo ahuyenta el tedio, también puede aliviarnos del estrés; explotar nuestro lado creativo nos ayuda a tener una sensación de bienestar debido a la segregación de neurotransmisores que nos provocan felicidad.
Los materiales que uses y el entorno donde lo practiques provocarán expresiones distintas, pues los estados psíquicos que despierta, por ejemplo, la acuarela con su naturaleza fluida no serán los mismos que los del óleo, con su característica consistencia pastosa. Por eso, hoy te proponemos diez actividades terapéuticas ricas en materiales y recursos para que pongas manos a la obra:
1. Haz un danmala
Los danmalas son una versión de los mandalas, hechos con materiales naturales. Para crear este proyecto necesitarás recolectar —de la calle, un área verde o hasta del jardín de tu casa— elementos como hojas, ramas, flores, piedras y cualquier otro que te parezca visualmente atractivo. También puedes usar cáscaras o semillas de las frutas y verduras que tengas en tu casa y hojas de tus plantas caseras. Al terminarlo, ponle nombre y reflexiona sobre las emociones presentes al momento de crearlo. Verás que es una actividad muy relajante.
2. Crea una portada
La palabra portada remite a una revista con tipografías distintivas y una enorme foto, o bien, a una ilustración y al título de un libro. Con esa base, trata de crear la portada del libro de tu vida, ¿cómo te la imaginarías? Piensa también en el título y en el texto que iría en la parte posterior del forro y que te contaría de qué trata el ejemplar. Sin duda, es una actividad que requiere un poco de introspección.
3. Elabora un frottage
La técnica del frottage nació alrededor de 1925, de la mano del surrealista Max Ernst. Se trata, simplemente, de frotar una textura sobre un papel, como cuando copiábamos el escudo nacional de una moneda poniéndola debajo de la hoja y frotándola con una crayola o un lápiz. Para esta actividad, busca en tu casa diversas texturas, frótalas contra una hoja y haz una composición. Después, puedes retocar algunas líneas o incluso buscarles un sentido a esas marcas y hacer un paisaje. Con un poco más de tiempo, puedes crear un cuento sobre el resultado que obtengas y reflexionar en torno a qué dice esa historia sobre ti.
4. Crea con cloro
Cartulinas negras, hojas bond o papel china de colores, lejía o cloro y un hisopo es todo lo que necesitas. En este caso el dibujo será en negativo: las partes de la cartulina sobre las que pases el hisopo mojado con cloro —usándolo como si fuera un plumón o pincel— se decolorarán y quedarán blancas. Puedes hacer un dibujo, un paisaje o una composición abstracta… ¡sólo recuerda cubrir tu ropa y proteger tus ojos para evitar accidentes!
5. Fotografía con diferentes sentidos
Para esta actividad sólo necesitarás una cámara fotográfica, que puede ser la de tu celular. Toma una foto que represente cómo eres y, después, otra que simbolice cómo crees que te ven los demás. También puedes tomar una de cómo te ves hoy y otra que muestre cómo te verás en el futuro —incluso puedes tomar una más que sea el enlace o punto medio entre ambos extremos—; después, reflexiona sobre aquello que hace distinta a cada foto.
6. Crea un cómic
Todos hemos hecho cosas que nos daba miedo llevar a cabo o que nos hacían sentir inseguros. ¿Qué te parecería crear un cómic que documente esa experiencia en la que lograste eso que no pensaste que podrías hacer? Lo valioso de esta práctica es que te permitirá plasmar el proceso, lo cual te ayudará a darte cuenta de las herramientas con las que cuentas. Usa esta actividad como una oportunidad para conmemorar y reconocer tus esfuerzos y logros.
7. Realiza un diálogo con ambas manos
Se dice que dentro de nosotros están todas las respuestas y sólo tenemos que mirar hacia adentro. La terapueta Lucia Capacchione ha trabajado con la premisa de que nuestra mano no dominante accede a la información intuitiva que pone el equilibrio ante la crítica y la duda. Así, lo que tienes que hacer en esta actividad es escribir una pregunta o crítica con la mano con que normalmente escribes, para después responderla con la mano contraria, sin que importe tu escritura o el tiempo que te tome contestar. En general, estos diálogos resultan compasivos y amorosos: inténtalo y reflexiona sobre el resultado.
8. Dibuja tus aprendizajes
Hacer un recuento de nuestra vida es un acto que nos muestra lo mucho que hemos caminado y nos hace reflexionar sobre el momento presente. Con ayuda de tus lápices de colores, dibuja símbolos de todas las enseñanzas que cada situación de tu vida te ha dejado, sin preocuparte por el resultado o la composición. Permítete hacer tangible lo que la vida ha dejado en ti.
9. Realiza un zentangle
Una práctica que ayuda a centrarse en el aquí y el ahora es trazar un zentangle: su nombre deriva de zen y de tangle —“enredo” en inglés—, y se trata de un dibujo hecho con patrones que, según sus creadores, se realiza en cuadros de nueve centímetros y en tinta negra sobre papel blanco, aunque también puedes utilizar hojas carta, doble carta o hasta pliegos completos, así como colores.
El reto es crear módulos o mosaios que contengan patrones distintos sin repetirlos, con total atención y sin que sean sólo garabatos. Se pretende que el dibujo sea un acto consciente, agradable, meditativo y de celebración.
10. Materializa tu respiración
Con una pluma, un lápiz, un estilógrafo o un plumón, traza una línea que represente cómo está tu respiración ahora, haciéndolo al ritmo que estés respirando. Si estás enojado o triste, ¿cómo serían tus inhalaciones y exhalaciones? Traza las líneas con los ojos cerrados para que el crítico interno no interfiera y, cuando termines, reflexiona sobre el resultado.
Hacer arte es relajante per se, te ayuda a calmar los pensamientos intrusivos y hace que tus manos y tu cuerpo trabajen en lugar de sólo echar a andar la mente. Date la oportunidad de experimentar con algunas de estas técnicas.