Durante los últimos años se ha popularizado en medios digitales el término en inglés overthinking, el cual podría traducirse literalmente al español como pensar en exceso o demasiado, y que coloquialmente entenderíamos como “darle muchas vueltas al asunto” o “rumiar las cosas”. Pero, en sí, el término se refiere a la inversión excesiva de energía y de tiempo en pensamientos que pueden llegar a obsesionarnos.
No es extraño que cuando nos preocupa o estresa una situación, pasemos gran parte del tiempo pensando en cómo resolverla. Sin embargo, no es lo mismo analizar los hechos para encontrar soluciones viables que caer en una espiral de agobio y pensamientos recurrentes u obsesivos de la que parece no haber salida.
Si bien el overthinking es un síntoma de trastornos como la depresión o la ansiedad, también se presenta si eventos inesperados irrumpen en nuestra vida. Cuando la rutina y el flujo normal de acontecimientos se ven interrumpidos, nos vemos obligados a evaluar nuestra ruta de acción para después adaptarnos a los cambios y la nueva realidad. A algunas personas esto les resulta sencillo, pero a otras les puede tomar mucho más tiempo y energía debido a que le “dan muchas vueltas” a los pensamientos negativos.
Las secuelas que tiene el overthinking van desde los niveles elevados de estrés, la ansiedad y la tensión muscular, hasta problemas gastrointestinales, del sistema inmune y cardiovasculares, así como trastornos en la salud mental. Además, existe el riesgo de que algunas personas recurran al uso del alcohol o de drogas en busca de un alivio temporal; sin embargo, lo mejor a largo plazo es cortar de tajo con los pensamientos obsesivos y recuperar el control de nuestra mente.
Lo anterior, aunque suena sencillo, en la práctica puede resultar casi imposible una vez que se instala el mecanismo de las ideas obsesivas y catastróficas. Así, lo primero que debemos hacer es no desestimar los síntomas de la fatiga física y mental, los cambios en nuestros hábitos alimentarios y el insomnio, ya que éstos son algunos indicadores de la preocupación excesiva provocada por el overthinking.
Bajo la premisa de que “una mente ansiosa no puede existir en un cuerpo relajado”, en 1929 el doctor Edmund Jacobson desarrolló una técnica de relajación muscular progresiva llamada PMR —por las siglas en inglés de Progressive Muscle Relaxation— que sigue empleándose hasta hoy, pues ha demostrado tener un efecto sedante y pacificador en quienes la practican. El principio es sencillo: al concentrar la atención en tus músculos, tu cerebro se olvida de los pensamientos agobiantes y toma un descanso por un momento, de modo que la técnica también ayuda a combatir el insomnio que se presenta a consecuencia del overthinking.
La relajación muscular progresiva no reemplaza a los tratamientos ni a los medicamentos para la ansiedad, pero es una herramienta útil para relajar el cuerpo y la mente. La técnica es la siguiente:
- Inhala profundamente, sostén el aire y contrae con fuerza los músculos de tu pie derecho por un periodo de entre cinco y diez segundos.
- Transcurrido el tiempo, exhala y relaja dichos músculos durante unos diez o veinte segundos.
- Al término de ese plazo, ahora contrae los músculos del pie izquierdo y repite el procedimiento.
- Después, continúa con cada una de las pantorrillas, luego con los muslos y así sucesivamente hasta llegar a los músculos de la cabeza.
- Al finalizar, tu cuerpo y tu mente estarán relajados y tranquilos.
Si has pasado muchos años tenso o tu nivel de ansiedad y estrés son altos, quizás al principio te resultará difícil completar el proceso o relajarte por completo; si eso pasa, no te preocupes: con la práctica, lo conseguirás. El éxito en el uso de la PMR reside en la constancia y la disciplina, así que trata de realizar estos ejercicios a diario o tan frecuentemente como te sea posible; también puedes practicar la meditación o el mindfulness como soporte y para procurarte una sensación de alivio y relajación.
Los problemas en el trabajo —el exceso o la falta del mismo—, los conflictos en las relaciones personales e incluso las festividades de fin de año pueden ser una fuente de ansiedad y estrés. Si es así, prioriza tu salud y practica técnicas como esta o cualquier otra que contribuya a tu bienestar para que realmente tengas una feliz Navidad…