Hace un par de años, cuando en redes sociales se empezó a hablar acerca de la importancia de frenar el cambio climático y la contaminación en los mares, las imágenes e información que se revelaron fueron tan impactantes para mí que decidí modificar mis consumos y reducir mi producción de basura.
Al principio, mis expectativas eran muy altas: quería ser como aquellas personas que habían logrado reunir en una bolsa la poca basura que generan en un año. Al darme cuenta de que no iba a conseguirlo, me puse la meta de reducir mis residuos a una bolsa pequeña al mes. Comencé con lo básico: usar una canasta para hacer mis compras, ir a mercados y comprar productos a granel así como alternativas sustentables que prometían reducir el impacto ambiental: shampoo sólido, cepillo de dientes de bambú, ropa de segunda mano, etc.
Sin embargo, me percaté de que no dejaba de adquirir basura a diario: folletos, notas de compra, medicinas envasadas, boletos de cine, cajas de palomitas y alimentos con envolturas. Y en casa la situación era incontrolable pues, a pesar de todos mis esfuerzos, nunca desaparecieron los envases de jugo y leche, los tarros de cosméticos ni los cientos de papeles. En fin, fue muy complicado reducir mis residuos radicalmente, pues hace falta una austeridad que nuestro estilo de vida nos dificulta.
Lo que sí logré es hacer cambios pequeños pero significativos: separar la basura, rechazar popotes desechables y envases de unicel, y reusar materiales presentes en muchas alacenas y refrigeradores, como los envases Tetra Pak, que cuentan con cuatro capas de polietileno y una de papel aluminio, por lo que son de muy difícil reciclaje y terminan convirtiéndose en un enemigo del medio ambiente.
Por fortuna, el material de estos empaques puede reusarse de muchas maneras; una de mis favoritas es convirtiéndolo en carteras de bolsillo muy prácticas y fáciles de hacer. ¿Quieres intentarlo? Sólo necesitarás un envase Tetra Pak de un litro, vacío y muy bien lavado; unas tijeras o uncúter, unos cinco centímetros de cinta velcro autoadherible, una regla y cinta adhesiva.
Instrucciones:
1. Elige el lado que más te guste del envase: ésa será la cara principal de tu cartera; este lado necesitará una solapa en la parte superior para doblarse y mantener la cartera cerrada, de modo que hay que conservarlo intacto. Abre el envase por la parte superior, y a los tres lados que no serán la cara principal córtales las solapas superiores que formaban la tapa.
2. Recorta con cuidado el “borde feo” de la solapa —es decir, la ceja o pestaña que estaba pegada en la parte superior del envase— de tu cara principal.
3. Clava las tijeras en el fondo del envase —o, si eres hábil con el cúter, puedes hacerlo con éste— y, cuidadosamente y tratando de seguir una línea recta, corta por completo el panel inferior. ¡No vayas a cortarte!
4. Forma los pliegues. Este paso es crucial, así que hazlo con delicadeza. Usando la regla, mide el ancho de las caras laterales, señala justo la mitad, coloca la regla de forma paralela y sostenla al tiempo que presionas suavemente, pero con firmeza, hasta que la cara se doble hacia adentro sin quebrarse. Repite el procedimiento en la cara opuesta para que, al mirar a través del envase, se vea como en la ilustración 5.
5. Usando la regla, marca la mitad de la altura del envase y dóblalo uniendo las partes superior e inferior para formar el interior de la cartera. Aplasta muy bien y une firmemente con cinta adhesiva los lados internos de esta unión —también puedes reforzarla usando una engrapadora casera.
6. Coloca el frente de la cinta velcro autoadherible en el borde de la solapa. Dóblala cerrando la cartera y señala dónde debe quedar la contra del velcro, para que coincidan perfectamente y la cartera cierre bien. ¡Y listo! Te has creado un nueva cartera con materiales 100% reciclados.