Cómo ser un buen escucha en cinco pasos

Cómo ser un buen escucha en cinco pasos
Marlene Saft

Marlene Saft

Inspiración

Seguramente te ha sucedido que, mientras conversas con otra persona, tienes la sensación de que, si bien ésta aparenta oírte y hasta reafirma tus palabras con la cabeza, realmente no te está escuchando ni entendiendo. Hay señales verbales y no verbales que transmiten que no hay una comunicación efectiva con esa persona, tales como inconsistencias entre las palabras que expresa o en su lenguaje corporal.

Pero, siendo honestos, todos en algún momento hemos sido ese mal oyente, y aunque creamos que no es tan grave “no pelar” o “dar el avión”, por supuesto que lo es, pues nos afecta socialmente. Saber escuchar a los demás es fundamental para construir buenas relaciones, resolver y comprender problemas, crear lazos efectivos con tu pareja y tus amigos, así como para construir relaciones eficientes y constructivas con tus compañeros de trabajo. Así que, si deseas ser “un buen escucha”, sigue estos pasos:

Mira a los ojos

Poner atención es el primer requisito para escuchar debidamente. No puedes mantener comunicación efectiva con quien te está hablando si tu mente está distraída con cualquier otra cosa, como ver la televisión del restaurante, juguetear con las manos o hacer dibujitos mientras escuchas. Cuando te enfocas completamente en la plática, entiendes y comprendes lo que te dicen, y todo inicia al mirar a la otra persona a los ojos. La única excepción es que tengas un problema de audición y, para escuchar al otro en un entorno ruidoso, debas apuntar uno de tus oídos hacia la otra persona. Si es tu caso, aclárale tu situación particular a esa persona, para que sepa que si estás mirando hacia otro lado no es por distracción sino, como en el cuento de la Caperucita Roja, “para oírla mejor”.

Mira a los ojos

Otro aspecto crucial es no mantener la vista en teléfono celular, pues pocas cosas son más desconsideradas que contestar mensajes de WhatsApp mientras hablas con alguien, así que evítalo a toda costa; y si recibes una llamada, no contestes a menos que sea urgente o de vital importancia, en cuyo caso podrías disculparte primero, explicar la razón por la que debes ausentarte y, si las circunstancias te lo permiten, procurar ser breve y regresar cuanto antes a la conversación.

No interrumpas

Muchas veces, cuando nos están confiando algo, comenzamos a interrumpir con opiniones personales o críticas, y esto nos hace perder nuestro papel de escuchas, ya que el hablante se frustra y deja de expresar sus sentimientos o su versión de los hechos tal como quería transmitirlos. Además, es importante no tratar de adivinar o de completar lo que el otro va a decir, por muy obvio que te parezca. Y, por último, si tienes preguntas o comentarios que hacer, toma la palabra hasta que la otra persona haya concluido su idea.

Practica la empatía

Para entender el punto de vista de tu interlocutor, necesitas ser empático, imaginarte que estás “en sus zapatos”. Así, por muy molesta que te resulte la conversación —o si no estás de acuerdo con su punto de vista—, no lo manifiestes de modo tal que cortes la plática; en cambio, puedes esperar hasta que la otra persona haya terminado de expresar sus ideas para comentar, de manera amigable, tu punto de vista.

Da señales de que estás escuchado

Es importante que hagas sentir a la otra persona que está siendo escuchada, así que muestra comprensión y entendimiento, y no sonrías si la persona está triste o enojada; en cambio, asiente o niega con la cabeza a cada tanto, expresa emociones oportunamente y usa tu lenguaje corporal para mantener el contacto. Si el otro terminó de exponer su idea, trata de retroalimentar la conversación sin críticas; y si no estás de acuerdo con sus ideas, siempre es posible exponer un punto de vista diferente sin desacreditar sus sentimientos al respecto.

Da señales de que estás escuchado

No desvíes el tema

A veces, el tema o el suceso que nos están contando detona un recuerdo y es fácil ceder a la tentación de “salirse por la tangente”, lo cual es muy molesto para la otra persona, en especial si nos está confiando un tema íntimo, doloroso o que la tiene atribulada. Así, trata de no desviar la charla con preguntas o comentarios que conduzcan a otros temas que se alejan de la idea inicial y hacen que la conversación se salga de contexto. Si esto llegara a ocurrir, retoma la atención y vuelve a abordar el tema central de la plática con frases como: “Perdón, me distraje, me estabas contando acerca de…”.

¿Y qué hacer con ese amigo verborréico que no deja de hablar de sí mismo, o con esa compañera que todos los días te abruma con sus quejas y monólogos? En esos casos, sólo hay un consejo: ten paciencia y no permitas que los demás te tomen de vertedero de su toxicidad emocional…

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