El tiempo es una de las magnitudes que más ha fascinado al ser humano desde que tomó conciencia de éste y de sí mismo. La forma en que lo medimos nos permite hacer valoraciones comparables en cualquier rincón del mundo. A diferencia de otras magnitudes, como la temperatura, la masa o la distancia, el tiempo no varía entre sistemas de unidades: se mantiene en la forma de segundos, minutos, horas, etcétera. El tiempo nos sirve para definir el punto en el que nos encontramos en nuestras vidas y es un elemento importante en el desarrollo de la conciencia, ya que es el elemento que usamos como referencia para definirla: quién fui, quién soy y quién seré.
¿Te ha pasado que, al despertar, no tienes nociones claras de en dónde te encuentras, quién eres o cuáles son los eventos más recientes que te han ocurrido? Ello se debe a que aún no hemos accedido a nuestros recuerdos, sobre todo a los más inmediatos, lo que provoca que no tengamos una noción clara de nosotros mismos. El consenso científico actual es que nuestra conciencia es la suma de las memorias a las cuales tenemos acceso; es decir, aquellas que han sido guardadas exitosamente en nuestro cerebro. En otras palabras, somos la suma de nuestras acciones, al menos de aquellas que somos capaces de recordar.
La conciencia de nosotros mismos está ligada al tiempo, resulta inconcebible pensar en nosotros fuera de él; tanto así que nuestro lenguaje está íntimamente ligado a la temporalidad: nuestra comunicación sólo transmite ideas en pasado, presente, futuro y sus versiones imaginarias. Es en este campo donde el tiempo adquiere subjetividad y su percepción es variable debido a factores internos y externos.
El conocimiento de que se puede alterar la percepción del tiempo no es nueva, pero en años recientes ha ganado terreno en las conversaciones y en la investigación científica debido al efecto que tiene sobre la percepción de nosotros mismos (es decir, en la conciencia) y a su impacto en la modificación de la personalidad y las emociones. Algunos de los eventos que provocanuna modificación en la percepción del tiempo son las experiencias cercanas a la muerte, el estado de flow, las ensoñaciones y divagaciones, el uso de psicodélicos, el alcohol, las drogas e, incluso, la meditación.
En el caso de esta última, cada vez es más común que los profesionales de la salud recomienden su incorporación en nuestros hábitos diarios o como coadyuvante del tratamiento médico, ya que se ha probado que mejora la identificación y el manejo de las emociones, así como la capacidad de atención y, en consecuencia, también el almacenamiento de recuerdos y la memoria.
Marc Wittmann, neuropsicólogo e investigador del Institute for Frontier Areas of Psychology and Mental Health en Freiburg, Alemania, explica en su libro Altered States of Consciousness: Experiences Out of Time and Self, los hallazgos de distintas investigaciones en las que los pacientes han experimentado alteraciones en la percepción del tiempo en condiciones de estudio controladas. Uno de los objetivos era determinar la relación que existe entre la conciencia-tiempo y las alteraciones que ocurren en una si se modifica el otro. Los inductores de estas alteraciones que se han evaluado hasta el momento son distintos tipos de meditación, las experiencias cercanas a la muerte y el uso de psicodélicos, como el LSD, la mescalina y la psilocibina.
Los ensayos clínicos en farmacoterapia que emplean psicodélicos para alcanzar estados alterados de conciencia sugieren un impacto positivo en la prognosis de los pacientes, quienes reportan una mejora significativa en su personalidad y en su disposición a experimentar cosas nuevas, así como una mayor apreciación de sí mismos y de su lugar en el mundo. En el caso de los pacientes con enfermedades terminales o con diagnóstico de enfermedades severas, reportan la pérdida del miedo a la muerte.
Actualmente se emplean varios psicodélicos en investigaciones clínicas para combatir la ansiedad, la depresión y algunas enfermedades neurológicas, como la esquizofrenia, ya que, desde el punto de vista neuropsicológico, se considera que están relacionadas con alteraciones en la percepción del tiempo y de la conciencia, cuya causa es de origen neuroquímico. Los resultados son alentadores, pero aún falta un largo camino para poder emplear estas terapias en beneficio de los pacientes fuera de los ensayos clínicos.
Si tienes curiosidad por conocer más acerca del tema, te invito a leer el libro de Marc Wittmann, Altered States of Consciousness: Experiences Out of Time and Self, el cual funciona como recopilatorio y como análisis de los hallazgos obtenidos por diversos investigadores del área de la neuropsicología enfocada en estudios sobre la conciencia y su impacto en nuestro bienestar.
