‘Lux’ de Rosalía, un viaje entre lo terrenal y lo divino

'Lux' de Rosalía, un viaje entre lo terrenal y lo divino
Karina Licea

Karina Licea

A lo largo de la historia del arte, las mujeres se han relegado al espacio privado, reduciéndolas a musas y esposas de los artistas. Figuras como María de la O Lejárraga, Zelda Fitzgerald, Elena Garro, Margaret Keane y Sophia Tolstaya son ejemplos de dramaturgas, escritoras y pintoras que fueron históricamente minimizadas por sus parejas masculinas a pesar de su talento y contribución al arte. Y, aunque actualmente exista una reivindicación de las mujeres en las artes, el camino es largo y celebrarlo cada vez que una artista sobresale es una tarea obligada.

A inicios de noviembre, Rosalía sorprendió con el lanzamiento de Lux después de tres años sin publicar un álbum de estudio. Y como era de esperarse, marcó un quiebre con respecto a lo que la industria de la música ha establecido como tendencia. Lux se presenta como un álbum anclado entre el misticismo y la reflexión espiritual. Los expertos lo catalogan como un álbum conceptual que aborda la dicotomía entre la luz y la sombra y la dualidad entre lo mundano y lo sagrado. Rosalía ha sido conocida por su inquietud creativa y su rechazo a las etiquetas; no obstante, este proyecto se ha enmarcado por el maximalismo —tendencia del “más es más”, en la que la abundancia de elementos decorativos es el eje rector de la pieza artística—. Rosalía no busca la comodidad del pop inmediato, sino que exige una escucha atenta de sus oyentes.

Portada del álbum 'Lux', de Rosalía

La carrera de la artista se ha caracterizado por una entrega que se ha descrito como rendirse a lo desconocido para evolucionar. Después del minimalismo de Motomami (2022), el mundo esperaba otra reinvención; Lux ofrece una mezcla entre la música clásica y el pop orquestal. En efecto, hay una intención deliberada de mirar hacia atrás para proyectar el arte en una escala nunca vista en su repertorio. Esta nueva etapa consolida a Rosalía como una artista dueña de su arte y que no teme mezclar la tradición europea con la modernidad más vanguardista.

Lux significa “luz” en latín; conceptualmente se convierte en una pregunta abierta sobre la presencia de lo trascendente en la vida contemporánea. ​El eje temático de la obra se centra en el estudio de la mística femenina y la espiritualidad a través de los siglos y las culturas. En una entrevista, la artista confesó haberse sumergido en historias y textos de santas y poetisas de diferentes religiones y lenguas para encontrar inspiración. ​La fascinación se extiende hasta las místicas cristianas, encontrando inspiración en la tenacidad de figuras como Teresa de Ávila o Hildegarda de Bingen, quienes utilizaron el arte y la escritura para expresar sus visiones internas. La artista se sintió atraída por la fuerza y la soledad de mujeres que, desde la fe, desafiaron su tiempo utilizando su sufrimiento como herramienta de elevación espiritual.

Bajo este proceso de investigación, el álbum incluye letras en distintos idiomas como prueba de su visión universal del arte. En la portada, Rosalía aparece vestida de blanco como una figura religiosa, dando a entender que conceptualmente existe una búsqueda de la belleza inherente a la fe. Este álbum reconcilia el arte moderno con una belleza clásica, demostrando que el gusto, al igual que la fe, se trabaja y se educa. “Sexo, violencia y llantas” es la pieza que abre el álbum, la cual revela la temática y la narrativa que seguirá con el resto de las canciones. Con versos como “destellos, palomas y santas” se establece el choque de realidades que Rosalía se propone amar y reconciliar a lo largo del disco. La yuxtaposición de la intensidad de lo terrenal —el rugido de la calle— con la serenidad de lo celestial —el halo de lo sagrado— es el hilo conductor del álbum. La artista usa su propia voz como un puente entre estos dos mundos: el terrenal y el divino. El misticismo es el nuevo lenguaje que utiliza para expresar sus sentimientos más profundos.

​Una de las citas más importantes se encuentra en la canción “Reliquia”, donde canta: “Mi Cristo llora diamantes”. Esta línea —cantada en italiano— fusiona el dolor sacro con el lujo más material. La imagen es poderosa, ya que transforma el sufrimiento de una figura religiosa en un lujo estético que se lleva con ella. Ahora, el interés de Rosalía por la mística musulmana, en particular por la poetisa Rabia al-Adawiyya, se cristaliza en “La Yugular”, una canción que representa la cercanía al latido del artista. La letra habla de amar a Dios por sí mismo, sin buscar recompensa ni por miedo, un concepto de entrega de la propia artista en su vida privada. En un momento de la pieza se pregunta: “¿Cuántas historias caben metidas en 21 gramos?”, haciendo alusión poética al peso del alma en el cuerpo.

Rosalía

La vulnerabilidad no se ha quedado fuera del disco. Rosalía ha confesado que nunca antes había llorado tanto grabando un álbum. Esta honestidad se cuela en frases más despechadas como la de “La perla” —que algunos fans han vinculado a una de sus rupturas amorosas—, la cual habla sobre alguien que es un “ladrón de paz”, “un campo de minas para su sensibilidad”, demostrando que el dolor del alma no solo se expresa en el mundo terrenal. La mezcla de lo sagrado con lo profano es la fórmula que Rosalía utiliza para mostrar la experiencia humana.

​Más allá del desgarro personal, la artista aborda el concepto de la fe en sí misma y la presión de ser un ídolo. La ambición es tan grande que la propia concepción del álbum se ordena en cuatro movimientos, siguiendo una estructura clásica. La narradora se dirige a una figura masculina que bien podría ser Dios. “Magnolias”, la canción final, sugiere un mensaje de ascensión y despedida. La artista expone sin tristeza y sin rencor que ya ha alcanzado su propósito. Aunado a esto, la revelación de una tensión entre el destino y la voluntad en la frase “Yo quería ir de blanco y fui de violeta”. Este verso, extraído de “Focu Ranni”, encapsula la belleza de la imperfección y el libre albedrío. Ella afirma, con la sabiduría que le otorga el haber completado el disco: “No seré tu mitad, nunca de tu propiedad, seré mía y de mi libertad”. Esta declaración final de autonomía es la verdadera luz que guía la obra.

​El impacto cultural de Lux es indiscutible: no solo alcanzó reconocimiento en los tops latinos, sino también dentro de los mejores álbumes de Billboard. La versatilidad de la propuesta de Rosalía de cantar en trece idiomas es un logro que pocos artistas con su alcance internacional se atreven a abordar —situación que se ha puesto en debate, contraria a la postura de Bad Bunny y su participación en el Super Bowl—. ​

En resumen, Lux es una obra de arte que desafía la categorización y el consumo superficial y reconoce la capacidad artística de la mujer. Rosalía retoma su esencia flamenca, su pasión por el riesgo y su interés por las figuras femeninas históricas. El álbum es un reflejo de que su camino ha ido trazando un rumbo hacia este maximalismo, sin cortarse con la instrumentación, la devastación o el lenguaje. ¿Y tú qué esperas para sumergirte en la luz de Rosalía?

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