Quantum: ¿dónde está dios?

Quantum: ¿dónde está dios?
Juan Miguel Zunzunegui

Juan Miguel Zunzunegui

Inspiración

En el principio era el verbo y todo estaba en tinieblas. El primer día dijo Dios: “Hágase la luz”, y vio Dios que la luz era buena y la separó de las tinieblas; llamó a la luz día y a la oscuridad noche. El segundo día separó las tierras de las aguas; el tercero hizo el firmamento, luego puso lumbreras en el cielo e hizo nacer vida en los mares. El sexto día creó al hombre y al día siguiente descansó.

Durante largo tiempo, la credibilidad de este pasaje bíblico fue incuestionable. Ahí estaba la explicación del origen del universo y todas las preguntas tenían respuesta, pero la incontenible curiosidad del hombre lo llevó a trazar nuevos caminos —además de la religión—  para comprender el universo: uno de ellos la filosofía; el otro, la ciencia. El problema de los tres es que cuentan con buenas teorías para hablar del principio, pero ninguno da razón de lo que había antes del principio.

El principio antes del principio: El Big Bang

No había nada y de pronto todo fue creado por Dios. La pregunta de muchos suspicaces es: “¿Y Dios de dónde salió o dónde estaba?”; la respuesta nos puede dejar insatisfechos: “Dios siempre ha existido, siempre ha estado ahí.” “¿Ahí dónde?” “Pues ahí, en la nada.” “Pero si en la nada no puede haber nada, cómo va a estar ahí Dios.” “Eso, hijo mío, es un misterio.”

A los griegos no les gustaban los misterios, así que desarrollaron su propia teoría: De la nada no puede salir nada — bastante lógico—, de modo que el mundo ha existido siempre —bastante ilógico. Esta explicación es una serpiente que se muerde la cola: por un lado todo debe tener un inicio, y ese inicio es Dios, pero Él estuvo ahí siempre, por lo que ya no puede hablarse de principio.

Siglos más tarde, los científicos hicieron su aparición triunfal para darnos una respuesta que tampoco resuelve la incógnita. Ellos plantearon que hace 15 mil millones de años, el universo —que supuestamente es infinito— estaba contenido en un solo punto sin dimensiones que de pronto estalló y comenzó a expandirse, teoría que bautizaron como Big Bang. El universo, hoy día y desde siempre, se expande de manera constante; lo que nos lleva a pensar que antes era más compacto, y antes de eso todavía más compacto. Si continuamos viajando hacia el pasado, encontraremos un universo condensado en un punto inicial. De modo que “la energía —y la materia—  no se crea ni se destruye, sólo se transforma”, por lo que actualmente existe la misma cantidad de materia y/o energía que hace 15 mil millones de años, cuando la Gran Explosión.

Esta teoría también se muerde la cola, y para entender por qué hay que profundizar en dos conceptos filosóficos:

1) ¿Qué es la nada? Respuesta: la nada es nada. No hay nada de nada en la nada, y si hubiera cualquier componente minúsculo, ya no sería la nada.

2) ¿Qué es el todo? Respuesta: el todo es todo. Todo, absolutamente todo, está en el todo; si faltara cualquier cosa, ya no sería todo. Por tanto, no puede existir nada además del todo.

Regresando a la teoría del Big Bang, si este punto inicial contenía todo, ¿dónde estaba ubicado? Al contener todo no podía estar en otro lugar que no fuera la nada, pero en la nada no puede haber nada —especialmente algo que lo contenga todo. Por otro lado, ¿de dónde salió esa masa compacta que lo contenía todo y un buen día explotó? Existen tres posibles respuestas:

1) Salió de la nada, apareció espontáneamente. Sin embargo, ya vimos que éste es un principio ilógico porque de la nada no puede salir nada.

2) Siempre estuvo ahí, no hay principio —pero la ciencia no explica el principio antes del principio.

3) Dios la puso ahí y la hizo estallar. ¡Perfecto!, ¿y de dónde salió Dios?

Sólo hay dos opciones para esta última pregunta:

1) Dios ha estado ahí desde siempre —no hay principio.

2) Dios salió de la nada — pero de la nada no puede salir nada.

Hemos vuelto al lugar de inicio y seguimos sin respuesta, porque “Eso, hijo mío, es un misterio.” No obstante, la teoría del Big Bang tiene amplios sustentos teóricos. Es muy probable que efectivamente, hace unos 15 mil millones de años, toda la materia y energía estuvieran condensadas en un punto que estalló y, al mezclarse ciertos elementos químicos —principalmente helio e hidrógeno—, y al darse ciertos cambios de temperatura, comenzara a gestarse el universo.

Los átomos se vuelven locos: la teoría cuántica

Hasta hace poco, toda teoría, por muy distinta que fuera de otra, se fundamentaba en algo simple: la materia existe. La teoría cuántica, expuesta por Max Planck a principios del siglo XX, causó revuelo y desafió no sólo a la ciencia, sino a la filosofía y a la religión.

El átomo se visualizaba como una especie de sistema solar en miniatura, con un núcleo formado por protones y neutrones alrededor del cual giraban, cual planetas en órbita, los electrones. Pero Planck descubrió que los electrones no tienen órbita ni movimiento fijo, y que no siempre se comportan como partículas, porque a veces son ondas.

Con el tiempo se fueron descubriendo otras cosas, pero me concentraré en la más importante: la materia no existe. Paciencia, lector, me explico: tradicionalmente se creía que el átomo era la partícula más pequeña del universo y que era indivisible, pero luego aparecieron partículas aún más pequeñas: los electrones, protones y neutrones —de los que también se dijo eran indivisibles. Hoy sabemos que estos componentes del átomo pueden dividirse en fragmentos que reciben el nombre de quarks. Al dividirse, lo que se obtiene es energía pura. Conclusión: la materia no existe, todo lo que hay es energía con diversos niveles de condensación y vibración que nuestros sentidos interpretan como materia. La energía ha existido desde siempre, como el Dios cristiano y el mundo griego.

Todo, absolutamente todo, es energía, y nuestro mundo es una ilusión cuántica que captamos gracias a la velocidad de percepción de nuestros sentidos. Un ejemplo banal, pero útil, es el cine. La película es un conjunto de veinticuatro fotografías fijas proyectadas en un segundo, pero como nuestra vista no es capaz de percibir a esa velocidad, lo apreciamos como movimiento. Lo mismo sucede con nuestra forma de percibir al mundo: la capacidad de percepción humana tiene ciertas características y se rige por ciertas leyes, pero en realidad es energía pura. Al preguntarnos sobre el origen del universo, bajo este esquema, la conclusión sería que la energía ha existido siempre. Nuevamente nos encontramos sin un principio.

Nuestra mente es incapaz de comprender, o siquiera concebir, el concepto “desde siempre”, pero no hay otra respuesta: la energía siempre ha estado ahí y sólo se ha estado transformando; podríamos considerar al Big Bang como su última gran transformación. El supuesto y remoto fin del universo sólo significaría una transformación más, no el aniquilamiento de la energía, que es eterna.

Sobre las consecuencias filosófico-religiosas de esta teoría es mejor ni hablar, porque no acabaría nunca. Sólo dejo dos interrogantes para las mentes inquietas:

1) Si todo es energía en el universo y la energía es igual entre sí, ¿qué es el alma, dónde está y en qué se diferencia del cuerpo?

2) Si todo es energía y ésta existe desde siempre y el mundo, el universo mismo y nosotros somos energía, ¿dónde está Dios?

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