Fue en 1991 cuando, en la frontera entre Italia y Austria, dos alpinistas encontraron a un hombre congelado con sesenta y un tatuajes que, según pruebas con carbono 14, había vivido alrededor del año 5200 a.C. Dicho hallazgo generó evidencia para pensar que durante miles de años los tatuajes han estado presentes entre nosotros como símbolos de estatus, amuletos o marcas de castigo —o, como en este caso, con intención curativa, pues la osamenta momificada tenía artritis.
Un estudio realizado en Inglaterra en 2011 mostró que los hombres y las mujeres que tienen tatuajes tienen una mejor apreciación del cuerpo, una mayor autoestima y un menor nivel de ansiedad justo después de hacerse nuevos tatuajes. Sorprendentemente, tres semanas después los hombres seguían teniendo una ansiedad baja, a diferencia de las mujeres que sufrieron un aumento que podría estar asociado a preocupaciones con respecto a su imagen corporal.
Los tatuajes también pueden ayudar a liberar endorfinas, por eso no es raro que se conviertan en una adicción para algunos. Lo cierto es que cada vez más gente se está tatuando en todo el mundo. La tendencia está creciendo y las personas tienen diferentes razones para usar tatuajes. Algunas de ellas son:
Ocultar una cicatriz
La vida a veces se comporta con rudeza y algunas experiencias, como un accidente o una enfermedad, dejan cicatrices en el cuerpo. En una mastectomía, por ejemplo, el tatuaje es la mejor opción para cubrir una cicatriz odiada y traer un poco de bienestar a esa persona. El tatuaje, en este caso, es un instrumento que ayuda a resignificar una historia difícil.
Llevar la pasión a otro nivel
Al igual que cuando sales de casa con la camiseta de tu grupo favorito o de tu equipo de futbol, el tatuaje es otra forma de portar tu amor las veinticuatro horas y siete días a la semana. Con frases de tus películas favoritas, logos de tu banda de rock o caricaturas, el cuerpo se vuelve una forma de rendir homenaje a tus ídolos.
Para inmortalizar lo importante
Considerando que normalmente un tatuaje es para toda la vida, hay quienes eligen tatuarse situaciones que los marcaron, como el nacimiento de un hijo, la pérdida de un ser querido, el enamorarse de alguien o el cierre de una etapa, convirtiendo al tatuaje en una memoria gráfica sobre la piel. Recordemos que Johnny Depp dijo en algún momento: “Mi cuerpo es mi diario y mis tatuajes son mi historia”.
Silvia Reisfeld, autora del libro Tatuajes: una mirada psicoanalítica, explica que el cuerpo con tatuajes proporciona una “gradual anulación del ser anterior y la asunción de una identidad original en cuyo trasfondo subyacen fantasías de resurrección o auto engendramiento”. Esto implicaría cierta capacidad evolutiva y de adaptación para sobrevivir a los embates de la vida.
La piel como el nuevo lienzo
Los estudios de tatuajes se han hecho muy populares y, con ellos, figuras como los tatuadores Miguel Bohigues o Steve Butcher, cuyas obras hiperrealistas son como fotografías en la piel. El manejo de sombras y de colores hacen que sus agendas estén saturadas de gente que desea tener en su piel una muestra de este arte y de lo perfeccionado de su técnica.
Como símbolo de identidad
Cada tatuaje evoca un ritual de paso en la vida de la persona tatuada y es parte de su capacidad para transformarse y ser única en relación con los demás, portando su material simbólico sobre la piel para mostrar una experiencia de vida, una relación de su yo social con su yo interno.
Además, artistas del tatuaje como S. Leeray o Mr. Cráneo tienen un estilo definido y afín a su personalidad. Es así como han surgido corrientes como el puntillismo, el estilo geométrico, el blackwork, la acuarela o la old school: aquí, como en todo, en gustos se rompen géneros.
La escuela tradicional u old school suele tener motivos como cartas, rosas, serpientes o espadas con combinación en rojo, amarillo y negro, mientras que los geométricos se basan en patrones complejos de gran formato que juegan con las sombras y la tinta negra para hacer composiciones en tercera dimensión.
Por supuesto, no dirá lo mismo una mariposa de acuarela que un Hannibal hecho como un boceto. Por eso, en un mundo donde lo desechable prevalece, el tatuaje se convierte en una pieza que, a través del silencio, ya precisa a su poseedor. Es un ancla para elaborar las experiencias vividas que, a la par, refleja el interior de quien lo porta.