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Extrañas subculturas

Extrañas subculturas
Bicaalú (autor)

Bicaalú

Miscelánea

Los placeres de la infancia se olvidan al llegar la adolescencia, y nuestras cosas favoritas en dicha etapa tienden a convertirse en “gustos culposos” con la adultez. Durante la juventud, muchos acostumbran reunirse con personas de su misma edad, que comparten inclinaciones musicales o estéticas y, sin darse cuenta —o con pleno conocimiento— terminan formando parte de una subcultura.

Sus miembros presentan creencias y comportamientos que los diferencian de la cultura dominante. Según el sociólogo británico Dick Hedbige, en su libro Subcultura: el significado del estilo, la subcultura es “un conjunto de objeciones y contradicciones, el desafío de la hegemonía expresado sesgadamente por el estilo”. Los integrantes de estos grupos rechazan a la cultura principal con gestos, poses, vestidos y palabras que, al mismo tiempo, les confieren un sentido de identidad.

Además de la subcultura, los sociólogos describen otras categorías juveniles: la contracultura —ir en contra, rechazar y marginar a la cultura dominante de manera ideológica—, las tribus urbanas —pandillas o agrupaciones de jóvenes que visten de modo llamativo y siguen hábitos comunes—, y las culturas juveniles —expresiones colectivas que se reúnen alrededor del tiempo libre y el ocio. Como en este Trisquel no teníamos espacio para un título kilométrico, nos decidimos simplemente por “Extrañas subculturas”, que van desde jóvenes que se consideran descendientes de hadas y elfos, hasta quienes acostumbran disfrazarse de osos de peluche.

Otherkin

'Otherkin'

Imagina que un día tu hija te pidiera dinero para hacerse una cirugía estética. No le interesa arreglarse la nariz ni aumentar la talla de su sostén, sino tener un par de costillas implantadas en la espalda para que parezcan alas, o modificar sus orejas para que luzcan puntiagudas como las de un elfo. Además, asegura que en otra vida ella fue un elfo, y que su fatigada alma se encuentra cautiva en el cuerpo de una simple mortal. Antes de internarla en un hospital psiquiátrico, tal vez debas preguntarle si es otherkin.

La palabra otherkin fue registrada en el Middle English Dictionary en 1981, que la define como “diferente”, y comenzó a utilizarse para nombrar a esta subcultura en 1990. Algunos otherkin piensan que son elfos, trolls o hadas atrapados en los cuerpos equivocados. Otros dicen que cuando los seres mágicos se mezclaron con los hombres, el genoma de los primeros se debilitó, razón por la cual las características físicas mitológicas no se manifiestan en sus descendientes.

Los otherkin son a la vez signo y presagio de una insatisfacción generalizada con el mundo moderno. Al no sentirse conformes con lo que les rodea, se identifican como criaturas mitológicas, de fantasía o del folklore popular que, además de las ya mencionadas, pueden incluir ángeles, demonios, dragones, duendes, extraterrestres y, en menor medida, dibujos animados.

Esta subcultura nació en un sitio de internet cuando, en 1995, se dio a conocer el Manifiesto de la nación élfica, que exhorta a todas las criaturas mitológicas encerradas en cuerpos humanos a mantenerse unidas. A través de sus comunidades online, los otherkin comparten información y mantienen grupos de apoyo para lidiar con sus conflictos de identidad.

Algunas variaciones de los otherkin son los elvenkin, quienes dicen ser alérgicos a los productos de la tecnología moderna; los therian, que pueden convertirse en animales; y los dragonkin, que consideran que no presentar alergias a la alta tecnología constituye una señal de ser un otherkin. Otros, sin denominación especial, aseguran ser capaces de cambiar de forma mental o astral, lo cual significa que cambian por dentro, como si estuvieran poseídos, pero el cuerpo —convenientemente— no sufre transformaciones. Si tu smartphone no te produce alergia y tienes la certeza de que tu alma no es humana, podrías ser un otherkin.

Furries

'Furries'

Piensa en las personas que son contratadas para usar botargas en los centros comerciales y tomarse fotos con los niños. ¿Te animarías a usar una por gusto? Hay gente que sí: los miembros de cultura juvenil furry.

Originada a principios de los años ochenta en las convenciones de cómics y ciencia ficción, ha crecido de forma vertiginosa. Sus adeptos disfrutan vistiéndose como animales antropomórficos, donde se unen la bestialidad y la inteligencia humana; esta última se manifiesta a través de expresiones faciales, el lenguaje y la forma de andar —en dos patas. Se les conoce como furry fans, furries o, simplemente, furs: términos derivados de la palabra inglesa furry, que significa peludo.

Las convenciones de este grupo se llaman furcons; la más importante es la Anthrocon, que se celebra en Pittsburgh y recibe cada año a más de 4,000 personas disfrazadas de ingeniosos personajes. Para participar, el fur debe elegir un animal con el cual se sienta identificado y confeccionar su fursuit o traje peludo. Los disfraces pueden consistir en un simple juego de orejas y cola, o en complejos y carísimos trajes de cuerpo completo con sistemas de ventilación y mecanismos móviles.

Muchas de las personas que deciden unirse a los furs, lo hacen debido a su extrema timidez. Dentro de un disfraz, se sienten protegidas y poderosas, pues tienen la creencia de que los atributos del animal les son transferidos de alguna manera.

Durante una época, los furries fueron acusados de mantener actos de zoofilia. En un intento por limpiar su imagen, empezaron a realizar subastas y eventos para recaudar fondos, los cuales son destinados a organizaciones relacionadas con la protección animal.

El black metal noruego

El 'black metal' noruego

Es común que a los padres no les guste la música que escuchan sus hijos, sobre todo si ésta contiene referencias diabólicas. Por lo general, los grupos de música metal son escandalosos pero inofensivos, aunque, como en todo, hay excepciones.

La subcultura del black metal noruego tuvo su auge en la década de 1990, cuando un grupo de adolescentes y veinteañeros se reunían en la tienda de discos Helvete —Infierno— en Oslo. Ahí fundaron una ideología basada en un fuerte sentido de pertenencia respecto a sus antepasados vikingos, quienes, como sabemos, eran navegantes guerreros que realizaron incursiones por las islas del Atlántico y por casi toda Europa occidental. Los seguidores del black metal consideraban que la cristianización de Noruega había destruido su cultura auténtica; es como si un grupo de jóvenes mexicanos decidiera encarnar a los aztecas para vengarse de la conquista española y, literalmente, se pusieran a sacar los corazones de los peninsulares que se cruzaran en su camino.

Sus ideas radicales fueron llevadas a la realidad con resultados devastadores. En 1991, Per Yngve Ohlin, el vocalista de veintidós años de la banda Mayhem, quien estaba obsesionado con la muerte, se disparó con una escopeta en la cabeza. Tan curiosa como su nota suicida —donde sólo podía leerse “Perdón por la sangre”— fue la reacción de su compañero de banda Øystein Aarseth que, al descubrir el cadáver, en lugar de llamar a la policía o a los familiares de Per Yngve, se dirigió a la tienda para comprar una cámara desechable y hacerle una sesión de fotos al cuerpo inerte de su amigo. Una de estas fotografías se utilizó para la portada del álbum Dawn of the Black Hearts.

¿Por qué es importante Øystein Aarseth en la historia del black metal? Este emprendedor muchacho era el dueño de la tienda Helvet, donde se formó el Inner Circle, un grupo que comenzó predicando conceptos del satanismo tradicional, y terminó como un movimiento que rechazaba al cristianismo y pretendía restablecer las religiones paganas en Noruega. El movimiento se salió de control en agosto de 1993, cuando Aarseth recibió veintitrés puñaladas durante una disputa por el liderazgo del Inner Circle. Como consecuencia, entre 1992 y 1998, cincuenta y dos iglesias fueron quemadas, 15,000 tumbas profanadas, y varios cementerios llenados con símbolos satánicos.

Es importante aclarar que si bien lo que unió a los miembros de esta subcultura fue un gusto musical, no fue la música lo que propició la cadena de hechos desafortunados, sino la ideología que sus líderes propagaban. Así lo explicó el gobierno noruego, que no sataniza al black metal e incluso instruye a sus diplomáticos acerca de este subgénero musical. Su objetivo es que el black metal sea reconocido como un producto de exportación, pues tiene seguidores en varios países, para que los futuros representantes de Noruega difundan la cultura de la nación en toda su diversidad.

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