Insultos que se convirtieron en símbolos de orgullo

Insultos que se convirtieron en símbolos de orgullo
Bicaalú (autor)

Bicaalú

Miscelánea

El tiempo y el contexto hacen toda la diferencia. Imaginemos, por ejemplo, a un hombre que —auspiciado por el ejército nazi— construye una máquina del tiempo y decide viajar al presente para ver cómo, según sus grandilocuentes predicciones, Hitler ha conquistado todos los rincones del planeta. ¿Cuál sería su sorpresa al constatar que los únicos seguidores del Führer son un montón de adolescentes quienes, un día sí y el otro también, son enviados a casa con un reporte por haber dibujado esvásticas en el colegio?

Te invitamos a analizar algunos símbolos acogidos por la cultura pop que se originaron en el crisol del odio o la burla, aunque también a admirar el espíritu humano, capaz de conferirle nuevos significados a lo despreciable.

El triángulo rosa

El triángulo rosa

Además de la bandera del arcoíris, uno de los símbolos más famosos del orgullo gay es el “pink triangle”, con frecuencia usado por los defensores de los derechos de los homosexuales como símbolo de su lealtad a la causa. Sin embargo, durante la segunda Guerra Mundial portar un triángulo rosa habría significado ser prisionero en un campo de concentración nazi.

Durante el Tercer Reich, los nazis establecieron un código de colores para diferenciar a quienes merecían la vida —los alemanes blancos y heterosexuales— de quienes habrían de ser enviados a sus terribles cárceles a morir. Los presos llevaban, cosido en la camisa del uniforme, un triángulo equilátero invertido que, de acuerdo con el color, determinaba la razón por la cual el usuario era indigno, así como el nivel de intolerancia que los guardias debían mostrar hacia él. Los criminales comunes usaban el triángulo verde; los criminales políticos, el triángulo rojo; los gitanos, el marrón; los testigos de Jehová, el morado; los inmigrantes, el azul; los judíos, dos triángulos amarillos superpuestos que formaban una estrella de David; y los homosexuales, el triángulo rosa. Los parias del campo de concentración —judíos inmigrantes que además eran homosexuales— debían portar un triángulo amarillo extra.

Quienes se encontraban marcados por el triángulo rosa, recibían iguales o peores castigos que los judíos y, por si fuera poco, eran acosados por los prisioneros homofóbicos. Se estima que el 60% de los homosexuales cautivos en los campos de concentración fueron asesinados o murieron debido a los tratos brutales que recibieron. Al finalizar la guerra, en lugar de ser liberados como el resto de los sobrevivientes, muchos de ellos fueron reasignados a otras cárceles, pues la homosexualidad estaba tipificada como delito grave.

El triángulo rosa —con la punta mirando hacia el cielo— empezó a utilizarse en Alemania como símbolo de tenacidad y lucha, cuando el mundo se enteró de las penurias que habían tenido que soportar los homosexuales. Para la década de los setenta, era ya un escudo de la comunidad gay; y en 1995, una placa con el triángulo rosa se instaló en el Dachau Memorial Museum para conmemorar el sufrimiento de los homosexuales y las lesbianas durante el Holocausto.

Demócratas

Demócratas

Aunque no se pertenezca al país vecino del norte, la mayoría reconoce el símbolo del partido demócrata y, seguramente, a más de uno le ha llamado la atención que éste consista en la figura de un burro, animal que se tiende a percibir como necio y tonto, lo cual no se encuentra alejado del origen del símbolo.

El burro rojiazul adornado con estrellas blancas nació durante las elecciones de 1828, cuando los adversarios del demócrata Andrew Jackson jugaron con las sílabas de su nombre y comenzaron a llamarle jackass —asno— debido a su supuesta terquedad y estupidez. El sobrenombre adquirió fama y caricaturistas de la talla de Thomas Nast se inspiraron en él para burlarse del candidato en periódicos y panfletos, al punto que los medios de comunicación convirtieron el término en una forma de referirse a los demócratas en general.

Los demócratas, en lugar de darse por ofendidos e iniciar una campaña para terminar con el apodo, decidieron adoptar la imagen del burro y enaltecerlo como un animal humilde propio de la clase obrera, en un intento por identificarse con el pueblo y fortalecer su plataforma política.

Cavalier

Cavalier

El idioma inglés cuenta con varios sinónimos para la palabra desenfadado; uno de ellos es cavalier, lo cual explica que a la marca Chevrolet le haya parecido una buena opción para bautizar a un automóvil, o que Cavaliers sea el nombre del equipo local de baloncesto de Cleveland. Nada mal para una palabra que, en sus orígenes, significaba “desdeñoso”…

Este concepto se remonta a la Guerra Civil Inglesa. Los monárquicos o realistas —partidarios del rey Carlos I— solían tener una abundante cabellera rizada; los parlamentarios, en el bando contrario —quienes pugnaban por otorgarle el control supremo al Parlamento— llevaban el cabello corto, razón por la cual los monárquicos les dieron el apodo de roundheads o “cabezas redondas”.

Así las cosas, los roundheads decidieron apodar a sus opositores cavaliers: palabra inglesa que significa “jinete” y que, en aquel entonces, tenía una connotación negativa relacionada con los soldados españoles, quienes debido a los estragos que causaron durante la Guerra Anglo-Española eran considerados ejemplo de barbarie. Los soldados hispanos se caracterizaban por sus habilidades al montar a caballo, singularidad también aplicable a los monárquicos, pues procedían de familias acomodadas afectas a la equitación.

A los “cabezas redondas” nunca les gustó el sobrenombre, y éste desapareció junto con ellos. Los cavaliers, en cambio, decidieron que el mote conjuraba no tanto la brutalidad de los españoles en el campo de batalla, sino su nobleza y maestría en la equitación, por lo que empezaron a autodenominarse de aquella manera. El símbolo del jinete terminó asociándose a la monarquía y a la realeza, y su éxito fue tal que incluso hoy lo portamos en camisetas deportivas.

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