Con sorpresa y un poco de escepticismo, en días recientes leíamos la descripción de un video grabado en China en el que se observaba, a la lejanía, el lanzamiento espacial de un objeto brillante: “China lanza su sol artificial”. ¿Acaso no era la afirmación más extraña desde que se había filtrado que dicha nación estaba fabricando un artefacto semejante al astro rey desde hace más de diez años?
Nadie mentía, pero no es parte de la misma historia. Es cierto que China envió al espacio el cohete Long March 7-A con dos satélites y lo hizo desde la isla de Hainan —hecho que fue capturado en video—, aunque es también cierto que creó un “sol artificial”, un modo romántico de llamar al Tokamak Experimental Superconductor Avanzado, que está ubicado en la ciudad de Hefei.
El Tokamak Experimental Superconductor Avanzado —EAST, por sus siglas en inglés— surgió como un intento de crear una fuente energética a través de la fusión atómica para proporcionar un flujo constante de energía limpia mediante el uso del deuterio, un isótopo estable del hidrógeno que se encuentra con abundancia en el mar. Así que podemos decir que China sí quiere replicar al sol de nuestra galaxia en un “sol artificial”, su tokamak,[1] puesto que éste produce energía cuando se desencadena una reacción de fusión nuclear, no de fisión.
En una prueba en 2021, el EAST llegó a 120 millones de grados centígrados durante 101 segundos y durante el más reciente experimento de 2022 obtuvo un funcionamiento continuo de plasma a alta temperatura durante 1.056 segundos, un resultado impresionante si consideramos que en el interior del Sol los átomos de hidrógeno colisionan entre sí y se fusionan cerca de los 15 millones de grados centígrados. Nada mal para replicar a una estrella que lo hace 24/7, 365 días al año.
Si bien el que pueda replicarse esta forma de crear energía sin materiales o elementos radioactivos como residuos contaminantes suena esperanzador, o como una alternativa ante la inminente carencia de combustibles fósiles, el hecho también pone en la mesa que los compromisos éticos de su desarrollo, uso y regulación tienen que ir a la par de la ciencia. La historia nos cuenta qué pasó con el uso y el abuso de la energía nuclear creada por fisión, la cual en su momento parecía una idea genial; ahí están Hiroshima y Nagasaki para recordar qué puede pasar cuando hay poder, inventos importantes… y nadie que ponga reglas internacionales.
[1] Dispositivo que usa un potente campo magnético para confinar el plasma en la forma geométrica llamada ‘toro’. [N. del E.]